viernes, 14 de octubre de 2011

Al Filo de Medianoche. Anexo: La serpiente, el niño y la manzana podrida

Sssssshhhh, mira Sally, es él otra vez, es el hombre de la gabardina negra. Te dije que volvería, te lo dije. No se lo digas a mamá, prométemelo. Te lo prometo.

El pequeño Rot asomaba la cabecita mientras apartaba con su mano la vieja cortina. En su brazo sujetaba a Sally, su vieja muñeca de trapo, eterna compañera de viaje desde que la abuela se la regalara hace muchos años, cuando aun vivía. Pese a lo tierno de su vida, el pequeño Rot siempre había sido un niño muy espabilado, muy por encima de los niños de su edad y nunca, y digo, nunca, se le escapaba el mas mínimo detalle, de seguro, habría sido digno de estudio si hubiese caído en manos de la ciencia, pero en el seno de aquella humilde familia, Rot tan solo era un niño y Sally, una muñeca de trapo.

Como bien apuntaba Rot, era la segunda noche que se repetía la misma estampa, la siniestra figura del desconocido de la gabardina negra arropado bajo la luz de la farola, hecho totalmente inapercibido por el mundo, pero no para el pequeño Rot, tampoco para la manzana podrida. ¿La manzana podrida? Os preguntaréis. Pues si. La manzana podrida era el nombre con el cual el pequeño, había rebautizado a la señora Pheebles, la vecina del piso de abajo, del segundo B, justo en frente del apartamento de la serpiente y el ogro (como los conocía la extraña pareja). Hace tiempo, no recuerdo cuanto, pero mucho antes de que llegaran los vecinos raros, mamá le encargó a Rot que bajara al piso de la señora Pheebles a buscar algo de azúcar y el niño, siempre obediente, pese a que no tuvo precisamente una infancia fácil, después de la trágica muerte de su padre en un tiroteo en el centro de la ciudad cuando apenas tenía dos años, bajó raudo y veloz por las viejas escaleras del sombrío y decrépito edificio al encuentro de la anciana, una mujer muy reservada, siniestra a ojos de muchos. La anciana, arisca y huraña por naturaleza, vio desde el principio, algo especial en el niño, algo que la cautivó y lleno de vida su exprimido corazón y de ilusión su arrugada alma. Por supuesto le dio el azúcar, no solo eso, también invitó a Rot a merendar unos deliciosos pastelitos con un vaso de leche caliente y algo de atención, acto con el que desde luego, se ganó al muchacho para siempre. El caso es que, en una de las visitas de Rot a la señora Pheebles, mientras esta estaba en la cocina preparando la merienda, el niño cogió una manzana del frutero de encima de la mesa y la mordió. Mientras masticaba la carne de aquel fruto de la tierra, observó como el interior de la manzana estaba lleno de gusanos. La anciana regresó de la cocina con la bandeja de pastelitos en la mano y le vio comiendo la fruta. Rot sabía que aquel, era el manjar favorita de su vieja amiga y no tuvo valor para decirle que la manzana estaba mala, -no quiero disgustarla –pensó. Y se la comió con gusanos incluidos ante la atenta mirada de la vieja. Desde aquel día, él la conocía como la manzana podrida.

Bien, el caso es que entre los dos, surgió una gran complicidad, una extraña relación entre el pasado y el futuro, los recuerdos y las esperanzas. Amistad que se hizo más y más grande con el paso de los años venideros, alcanzando su máxima expresión cuando llegaron los raros. La serpiente y el ogro, como los conocía la manzana podrida (Rot en cambió, siempre se refería a ella como “puta”, pues el ogro siempre la llamaba así cuando le pegaba por las noches). Ella, siempre alerta, siempre atenta a sus movimientos, observaba por la mirilla las idas y venidas de la pareja. Luego, informaba al pequeño Rot.

Por supuesto, el tráfico de información, no era unidireccional, pues Rot también mantenía informada a la manzana de cualquier acto relevante acontecido dentro de los confines del edificio. Y sin duda, la presencia del extraño, era uno de ellos.

Aquella noche, Rot, mientras su madre trabajaba en el dormitorio con un cliente, se deslizó de forma sigilosa con Sally bajo el brazo hasta el apartamento de la manzana para traerle nuevas sobre el misterioso desconocido, sobre el cual, ya habían hablado la noche anterior. Como hacía habitualmente, picó a la puerta tres veces, aquella era la señal secreta de la sociedad y la manzana, al oír esto, siempre habría la puerta para que entrara el pequeño. Aquella noche no. Aquella noche, la llamada de Rot, no obtuvo respuesta. Y no la obtuvo por que la anciana, ya había zarpado hacia la eternidad, no por voluntad propia, sino por invitación de la serpiente, quien unas horas antes, se había deslizado con el mismo sigilo que el niño, había golpeado tres veces la puerta y se había colado en el jardín prohibido. Lo que allí dentro ocurrió fue demasiado macabro para aquí contarlo, lo único que debéis saber, es que la muerte de aquella mujer fue lenta y dolorosa y el placer del reptil, cuasi eterno.

Eran las cuatro de la mañana aproximadamente, cuando Rot, quien llevaba rato, mucho rato, sentado en el escalón en frente de la puerta de su vieja socia, aun con la esperanza viva de que esta, acudiera a la cita, decidió que lo mas prudente sería regresar a casa, no fuera a ser que mamá, saliese de la habitación y no le encontrase en la cama durmiendo, pero el niño, absorbido por sus pensamientos, dando rienda suelta a retorcidas teorías sobre el extraño, no se percató de que alguien subía por las escaleras, era ella, la serpiente, que subía sigilosamente, como una alimaña surgiendo de la oscuridad. Los dos se encontraron, Ella se lo quedó mirando, él, se quedó paralizado por el miedo.

-¿Cómo se llama?- preguntó ella refiriéndose a la muñeca?
-Sally- respondió el niño, sin apenas osar mirarle a la cara.

La chica sonrió y dijo: -¿Sally?, yo tenía una amiga que se llamaba Sally, era una chica muy guapa, igual que tu muñeca. ¿Estás solo esta noche? –estoy con mi mamá- contestó con voz asustadiza. –bueno, déjame que me cambie de ropa y subiré a haceros una visita a ti, a Sally y a tu mamá. Tras esto, abrió la puerta y se metió en su apartamento. Rot corrió escaleras arriba y entró en casa atemorizado por las palabras de la mujer. Se acercó a la ventana y miró hacia la calle, pero el extraño ya no estaba. Junto a la farola tan solo estaba Jenna, la compañera de trabajo de mamá.

Rot abrazó con fuerza a Sally mientras desde la habitación, los gritos de placer infectaban la estancia con su olor. Pasaron dos minutos o una eternidad, quien sabe. Sonó el timbre.

No vuelvas extraño, no hay nada bueno para ti en el 74 de Jersey Street.


NANDO EL RECTOR


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7 comentarios:

  1. Jo... pobre manzana podrida, me gusta la forma de escribir, despierta mi imaginación, he visto a Sally, a Rot y a la manzana podrida perfectamente, de quién no puedo decir nada es de la serpiente y el ogro, pues se escondían tras la tinta negra que representa a la oscuridad.

    Me ha gustado mucho,

    un saludo.

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  2. Me alegro de que te gustase, Almas de pollo. En realidad tan solo es un pequeño anexo a "El Filo de Medianoche". Si quieres saber mas sobre la serpiente y el ogro... tendrás que adentrarte en ella.

    Un saludo.

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  3. Iep! ahora mismo lo he hecho, he comenzado por el principio, que como diría cualquier sabio, es por donde hay que empezar... pero como buen ser necio que soy empecé por el medio en mi primera toma de contacto.

    Tengo que decir que si empecé por aquí también fué porque gue el título que más me llamó la atención... pero después de leer el primer post, creo que haré bien en ahondar más en el filo de la media noche.

    Atentamente,
    AL curry.

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  4. Muy bueno, al leerlo después de ira lo de la muñeca Sally ha sido un guió que me ha gustado. Maldita serpiente pobrecita manzana podrida...

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  5. Con Patatas... Con Patatas?? bueno, como siempre, gracias por tu comentario. La verdad es que lo de la muñeca de Rot, gana muchos enteros después de haber leído IRA. Y si, Alice es muuuuuy cabrona, la buena señora Pheebles no merecía tan triste destino. Caprichos del mismo, supongo.

    Un saludo.

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  6. Claro hombre Una alma de Pollo Con Patatas jejeje. Como empecé al revés con esto de vuestro proyecto, ahora me dispongo a ira II a ver que...

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  7. Con Patatas, bueno, como dicen por ahí, el orden de los factores no altera el producto... aunque en este caso en particular, puede distorsionarlo algo...jijiji. Ya nos dirás que te ha parecido la segunda entrega de IRA.

    Un saludo y algo de ketchup.

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