jueves, 8 de diciembre de 2011

GULA.Parte I - La familia se lleva dentro

 Segundo pecado.Primera parte

Déjenme que me presente amigos, mi nombre es Otto, Otto VonVousten, representante comercial de Ink Foods, una de las compañías alimenticias más reputadas y con más tradición del país. ¿Mi trabajo? Oh, adoro mi trabajo, déjenme que les cuente como me gano la vida. Comenzaré diciendo que soy uno de esos afortunados que disfrutan con su trabajo, algo que no se paga con dinero, los que estén en mi misma situación bien sabrán de que les hablo. Bueno, mi trabajo consiste en viajar a lo largo y ancho del país ofreciendo nuestros productos al sector alimenticio, bares, restaurantes, supermercados, un amplio catálogo de referencias a disposición de nuestra selecta clientela. Aperitivos varios, una amplia variedad de patatas chips, ¿sabores? Para todos los gustos, para todos los paladares. ¿Quién no conoce las patatas Deloner? ¡Exacto!, todo el mundo las conoce, a los niños les chiflan, perfectas para un snack de media tarde, perfectas para acompañar las comidas familiares, para reuniones sociales, viendo el partido de la noche... Sabor queso, sabor bacon, sabor mostaza, sabor cebolla y, sin olvidar nuestra nueva referencia, una delicatessen española, sabor jamón serrano, esta, aun no la comercializamos, pero me gusta ir informando a nuestros clientes sobre ella, para que se vayan familiarizando con tan selecta variedad, si me lo preguntan, les diré que estoy seguro, de que serán todo un éxito. Pues bien, básicamente, en eso consiste mi trabajo, ir de aquí para allá con el objetivo de poner una bolsita de Deloner en cada mesa del país. Siempre viajando, siempre viajando, ¿y la familia? Se preguntarán ustedes, bueno, eso no es ningún problema, la familia nunca es ningún problema, la familia es para siempre. Déjenme que les cuente, hace cosa de un par de años, algo mas quizás, discúlpenme, no soy demasiado bueno recordando fechas, tengo tantas cosas en la cabeza que a veces uno, pierde la noción del tiempo. Les decía, hará cosa de un par de años, era verano, eso seguro, por que hacía un calor de mil demonios, disfrutaba de unos merecidos días de vacaciones, Helen había salido a pasar el día con sus amigas, Helen es mi mujer, llevamos más de veinte años casados, felizmente he de decir, el matrimonio es una bendición de Dios, por supuesto, El caso es que Helen, había salido y yo me quedé a cargo de nuestra pequeñita, Eva, la criaturilla mas maravillosa que ha visto la luz del día, diez añitos, un encanto, nos tenía locos a los dos. Déjenme que les cuente, Eva jugaba en su habitación mientras yo mataba un poco el apetito, eran las nueve y media de la mañana y el cuerpo me lo pedía. Amigos, nunca le lleven la contraria a su cuerpo, nunca. Había quedado pavo relleno de la noche anterior y madre mía, me estaba diciendo cómeme, cómeme, con tanto esmero, con tanta devoción, que no pude decirle no. Estaba delicioso, frío, grasiento… delicioso. Creo que perdí la noción del tiempo devorando aquel pavo, pero tenía tanta hambre, estaba tan hambriento… no dejé ni un gramo de carne, relamiendo cada huesecillo como si la vida me fuese en ello, relamiéndome los dedos a cada segundo, saboreando cada matiz, cada ingrediente de aquel obsceno relleno que había preparado Helen la tarde anterior, masticándolo, escupiéndolo sobre la bandeja para luego recogerlo y masticarlo de nuevo, una y otra vez, una y otra vez. Con las manos llenas de grasa, me bajé los viejos pantalones de estar por casa, uno de esos pantalones deportivos que la gente delgada, los “secos” como yo los llamo, utiliza para ir a hacer deporte. Bien, pues me los bajé y ayudándome de la grasa del pavo, comencé a masturbarme, aquello fue delicioso, masturbándome mientras saboreaba los restos regurgitados de aquel grasiento pavo relleno, fue una sensación tan maravillosa, tan inolvidable, tan mágica. Gracias señor, por tanto placer. Por supuesto, no pude remediarlo y acabé descargando todo mi agradecimiento sobre los restos del pavo, se lo había ganado, quise devolverle todo el placer que me había suministrado, quedé en éxtasis durante unos segundos, mis mas de 150 kilos de felicidad, quedaron paralizados, en prefecta comunión con el planeta, en perfecta harmonía con mi apetito. Tuve las fuerzas justas para, frotarme la cara con mis manos, pringadas de una mezcla de semen y grasa, girar la cabeza hasta la puerta de la cocina, y ver a Eva allí delante plantada, mirándome fijamente, pálida, con los ojos desorbitados, lo había presenciado todo. Tan maravillosa, tan tierna, con su muñeca de trapo favorita debajo del brazo y vestida con ese vestidito corto de estar por casa que Helen le regaló por su décimo cumpleaños hace unos pocos meses. No dijo nada, se quedó allí de pie, mirándome. Yo, por mi parte, me chupaba los restos orgánicos que abrazaban mis dedos, todo aquel placer no podía desperdiciarse, no hubiera sido cristiano. Ella siguió mirándome, no entendía lo que había ocurrido, pobrecita… verla allí tan necesitada de mi, me entristeció mucho, pensar que en un par de días tenía que marcharme a la otra punta del país, a un pueblecito llamado Sunshine y volver a dejarla sola, a ella y a Helen claro, esa era la parte mas dura de mi trabajo… dios, sentí tanta hambre en aquel momento, tanta, que no pude contenerme. Me acerqué hasta Eva, con los pantalones bajados, ella no hizo nada para evitarlo, no entendía lo que estaba pasando, rodee su tierno cuellecito con mis enormes manos grasientas y apreté, apreté con fuerza hasta que lo sentí crujir. Se desplomó cuando la solté. Tenía tanta hambre.


Eva, la dulce Eva, mi niñita, tan delicada, se cayó rota al suelo, la miré y me subí los pantalones, ella no era el plato que yo buscaba en ese momento.
La llevé en brazos hasta su habitación y le dejé en su camita,al lado de su muñeca Mussy, la besé en la frente y volví a la cocina, porque desde que era pequeño, me enseñaron que no hay que levantarse de la mesa hasta que todos los comensales hubieran terminado de comer, y el cuarto de pavo cubierto de un nuevo rebozado que quedaba, me indicaba que yo aún no había terminado de comer, y podré ser mil cosas, pero a Otto VonVousten, en educación no le gana nadie.
Volví a coger la bandeja del pavo aderezado y lo lamí, saqué la lengua y lo chupé como si fuera la primera vez en mi vida que probaba algo tan delicioso, la saliva me resbalaba por el cuello, pero yo no podía dejar de lamer algo tan sublime, la mezcla de la excelente y jugosa carne del pavo, con el relleno tan exquisito que había preparado mi Helen y mi semen, era lo mas intenso que había probado nunca. Lamí con ansia y cuando ya solo quedaba la carne, me la metí en la boca como un salvaje, no podía masticar, no había tiempo, necesitaba tragar aquel manjar rápido, luego intenté saborearlo más, se me estaba acabando y la tristeza me invadía. Yo estaba totalmente lleno, rebosante, pero seguía comiendo aquella exquisitez. Cuando terminé me costaba andar. Torpe, pesado y lento, me dirigí al baño, necesitaba vomitar algo o, en su defecto, hacer de vientre ( qué poco me ha gustado nunca la palabra cagar...)Una vez allí, me miré en el espejo y ví a un hombre feliz, a un hombre completo, a un hombre saciado.
Terminé en el baño y me fui a ver a la pequeña Eva, descansaba junto a su muñequita, descansaba en la habitación que mi Helen había decorado con tanto mimo, mi dulce niña, la lamí un poco la frente para ver a qué sabía, Eva sabía a algodón de azucar. Me tumbé a su lado y me quedé dormido, sólo los padres saben que no hay nada en este mundo mas agradable, mas tranquilizador y mas especial que dormir placidamente junto a un hijo y ella dormía taaan profundamente en ese momento...

Cuando desperté, calculo que habrían pasado una dos horas, Eva seguía durmiendo, bueno, ella todavía hoy sigue durmiendo, la dejé en su camita tranquila.
Luego estuve preparando mi viaje a Sunshine, haciendo mi esquema de locales a los que acudir, preparando mis tarjetas de visita, metiendo en una gran bolsa las muestras de la nueva variedad de Deloner e incluso eligiendo los trajes que me llevaría.
Luego fui a hacer la cena, me apetecía mucho un gran plato de pasta en su punto, con tanta salsa, que fuera imposible no mancharse, ummmmhhhhhh, me gusta que la salsa se me caiga por las comisuras de los labios y poder sorberla de nuevo, en el fondo soy como un niño, disfruto tantísimo...
Pues tenía ya casi preparada la pasta, cuando entró Helen, mi Helen, mi amor, mi vida entera.Esa mujer es una santa, jamás se ha quejado por pasar tantas noches sola, ella sabe bien que su marido la venera y que cuidará siempre de ella y de nuestra hijita. Ella me quiere mucho y yo la adoro.
Entró, se acercó a la cocina y me besó
-Qué bien huele, cariño
-Gracias mi amor, ¿te acordaste de comprar los cereales y la leche de soja? Eva, nuestra ratita, se los terminó esta mañana y ya sabes lo que me gusta desayunar
-Sí cielo,¿te lo dejo aquí y guardas tú la compra?
Yo colocaba la comida con delicadeza, rebuscaba entre las bolsas desesperado por ver si mi Helen me había traído alguna sorpresa, sabe que el chocolate me pierde y ella siempre me encuentra...comiéndolo.
Cuando ya lo tenía casi todo bien guardado en la despensa, oí un grito desgarrador y corrí hacia la habitación de Eva
-Otto, por dios Otto, Eva está...
-Shhh, calla, déjala que descanse, ha tenido un día muy intenso
-Otto-me gritaba con lágrimas en los ojos-Eva no respira
Me costó mucho que dejara de gritar, intentaba explicarle lo sucedido, que estaba comiendo y Eva parecía tan asustada, ¿qué iba a hacer yo como padre sino intentar que se fuera su miedo? Dios sabe que soy un buen padre, Dios lo sabe.
Helen estaba desencajada, histérica. Yo volví a la cocina, no quería que se me quemara el tomate frito. Ella vino detrás y comenzó a pegarme puñetazos en la espalda y repetía una y otra vez "devuélveme a mi pequeña, devuélveme a mi pequeña". Yo estaba probando el punto de sal en la salsa, cuando ella me tiró la cuchara, que aterrizó en la baldosa de la pared, eso me enfureció, aun así me dí la vuelta  y la pedí que se tranquilizara, que estaba muy alterada y ella seguía fuera de sí
-Vamos a cenar y luego lo hablamos tranquilamente-le dije
-¿Cómo puedes pensar en comer ahora?- sus gritos me taladraban
-Cállate ya, cállate ya, cállate ya!!!- yo lo suplicaba
Luego, con el cuchillo con el que acababa de cortar la cebolla, atravesé su corazón y la abrí en canal, no fue difícil porque también ella era una mujer poderosa y la grasa se corta con facilidad, cogí uno de sus riñones, un trozo de hígado y el corazón, y los puse en la tabla de madera, los corté en daditos y los eché en otra sartén, piqué un poco mas de cebolla y cuando estaba todo bien dorado, lo añadí a la salsa de tomate, metí un cucharón grade dentro de mi Helen y pude sacar dos cucharadas colmadas de sangre que le dieron un color espectacular a la salsa, luego lo mezclé con los spaghetti.
Me puse una servilleta, me serví un buen plato y en la misma cocina en la que Helen me miraba como solo ella sabe hacerlo, disfruté del mejor manjar que había comido nunca, tragaba y tragaba y nunca me cansaba de aquel sabor, que aun hoy permanece en mi paladar, quería más, cada vez que me llevaba el tenedor a la boca mi estómago pedía más, cada vez que masticaba era consciente de que jamás había experimentado tanto placer, ni el mejor de los orgasmos me había hecho estremecer tanto como aquella delicia.
Repetí dos veces y cuando ya no había nada mas en la sartén, me dispuse a buscar el postre, mi dulce Eva, mi algodoncito de azúcar.

Déjenme que les cuente que aquel fue un momento muy especial, pues fue la primera vez que hablamos. Eva ya me lo había contado muchas veces, me decía lo muy habladora que era Mussy, su muñeca de trapo, pero entiéndanme, yo siempre lo atribuí a la imaginería típica de tan especial edad, todos hemos sido niños, ya saben a queme refiero. El caso es que entré en la habitación, rosa, todo era rosa, a Eva le encantaba el color rosa, aunque si he de ser totalmente fiel a la verdad, a quien realmente le fascinaba el rosa, era a Helen, a mi nunca me terminó de gustar, pero en ese momento, con Helen dentro de mi, vi las cosas de forma diferente, de repente, el rosa era un color fascinante. Maldita sea, me habría rebozado desnudo por aquellas paredes de color rosa, frotando mis carnes hasta el último rincón de aquella preciosa habitación, pero no era el momento, el postre no se podía hacer esperar. Mientras colocaba el cuerpecillo de mi Eva en la cama, de forma que se cabecita colgara hacia abajo, ya me fijé de Mussy no me quitaba ojo de encima, pero ya saben como son los niños a esas edad, curiosos por naturaleza. No le di más importancia y seguí a lo mío, por que tengo que reconocer, que el postre, es uno de los mayores placeres a los que se ha enfrentado el ser humano. Bien, déjenme que les cuente como con el mismo cuchillo que le había vaciado las entrañas a mi mujer un rato ante, limpio claro, ante todo, en lo que a comida se refiere, higiene. Decía que con dicho cuchillo y la cabecita de mi Eva colgando hacia abajo, encima de aquel precioso edredón rosa, en aquella no menos preciosa habitación rosa, seccioné con sumo cariño su garganta, fue fácil, pues su carne era tierna como la mantequilla. No les voy a negar que en aquel momento, experimenté una nueva erección, lo cual me resultó algo embarazoso, allí, delante de Mussy, pero como ya les dije, hay que hacer lo que el cuerpo te pide, es nuestra naturaleza.

Coloqué la cazuela debajo de la cabeza de Eva y la sangre no tardó en brotar de su gargantilla abierta, llenando la cazuela dulce. Ese era el nombre de aquel utensilio de cocina, así lo bauticé en honor al maravilloso arroz con leche que Helen hacía de forma habitual en aquel recipiente. Cuando me pasaba por la cocina y veía la cazuela dulce fuera de su armario, era señal inequívoca de que aquella noche había arroz con leche. Pues bien, al igual que cualquier otra cazuela, la cazuela dulce no tardó en llenarse con la sangre de Eva, mucho mas espesa de lo que me esperaba, por cierto. Fue entonces cuando sucedió. En el instante preciso que yo, mi erección y la cazuela dulce nos disponíamos a  ir hacia la cocina, me habló por primera vez. -¿Cómo lo vas a preparar?- me preguntó Mussy mientras un ya agonizante hilo de sangre de Eva, manchaba la alfombra, rosa, por supuesto. Yo me giré hacia ella algo sorprendido, entiendan que lo encontré un poquito raro, nunca me había hablado hasta aquel día. –Voy a preparar un batido, me encantan los batidos y este, además, me ayudará a bajar a Helen, que la tengo algo atragantada (menos mal que no me escuchó decir esto, por que se lo habría tomado muy mal, Helen era una mujer muy aprensiva, había que tener mucho cuidado con lo que le decías o dejabas de decirle). -¿Un batido?¿con leche y azucar?- Claro, ¿Cómo si no? Delante de ti tienes al mejor preparador de batidos del condado- le contesté con una sonrisa de oreja a oreja.

Cogí a Mussy y me la llevé a la cocina, la senté encima del mármol mientras puse a calentar la cazuela dulce con la sangre. De la nevera saqué el cartón de leche, les diré que prefiero la leche de soja, mucho mas sana y sabe dios, que mucho mas cariñosa con el paladar, pero para la elaboración de batidos, yo recomiendo la leche de vaca, con su grasa, sus trazas de pus y demás contenidos animales. Vertí la  leche en la cazuela dulce, lentamente al tiempo que removía la mezcla con el cucharón, si, el mismo con el que obtuve la sangre del cuerpo de Helen, pero limpio, recuerden, higiene. Removí durante un rato ante la atenta mirada de Mussy. El olor era delicioso, la boca se me hizo agua de tal manera, que comencé a babear de forma irremediable sobre la cazuela, la saliva comenzó a brotar de mi boca y cayó sobre la mezcla, ni se imaginan la cantidad de saliva, espesa, muy espesa, que llegó a caer dentro de la cazuela, un grueso y denso hilo de saliva me conectó con la cazuela, como un cordón umbilical que une a una madre con su hijo. Luego abrí el armario para echar mano del azúcar… aquel fue el primer gran disgusto del día, no había azucar. Maldita sea Helen, ¿tengo que encargarme de todo en esta casa?, me pregunté en voz alta sensiblemente enojado, entiéndanme, una cocina sin azúcar, aquello fue imperdonable, aun le guardo cierto rencor a Helen por ello, para que les voy a mentir. –La señora Huggins. -¿Cómo?- pregunté.- La señora Huggins, insistió Mussy. –Claro, buena idea, seguro que la señora Huggins podía prestarme algo de azucar. Déjenme que les cuente, la señora Huggins era mi vecina, la de la casa de al lado, patio con patio. Una mujer de unos cuarenta y pico años, de muy buen ver, cristiana, por supuesto. Casada y con dos críos, no me pregunten sus nombres, ahora mismo no los recuerdo. Si les puedo decir el de su marido, Greg, un buen hombre, un buen esposo y un buen padre, por lo que tengo entendido. Casualmente, de viaje de negocios por aquellos días.

Bajé el fuego, muy lento, y dejé a Mussy vigilándolo, remuévelo de vez en cuando, le dije. Salí de casa, eran las ocho más o menos y ya comenzaba  a oscurecer. Anduve por el jardín, descalzo sobre la hierba, muy seca, tengo que regarla, pensé. El de los vecinos era otra cosa, húmedo, eran mucho mas cuidadosos que yo en el tema del jardín. Fue muy gratificante andar sobre la hierba mojada. Me planté en la puerta y piqué al timbre. Mientras esperaba, un sonido llamó mi atención, como una especie de goteo…tuc, tuc, tuc. Miré hacia el suelo del porche, era mi saliva, seguía brotando. Me dí cuenta de que tenía la camiseta empapada, no solo de saliva, también de sangre. Huggins abrió la puerta.

Era curioso porque  llevábamos viviendo al lado de la sra. Huggins más  de quince años y yo nunca había tenido una conversación con ella de mas de tres minutos.La verdad es que no solíamos coincidir nunca, una vez tuve la intención de llevarle unas muestras de las Deloner de cocktail de gambas que salieron hará unos dos años (no tuvieron demasiado éxito), para que me diera su opinión, porque yo no entendía por qué no era capaz de llegar a mi objetivo de ventas con ellas, cuando a mi me parecía que estaban absolutamente deliciosas.
Yo siempre vi a la sra. Huggins como una persona muy elegante y , déjenme insistirles, bastante atractiva para haber superado hacía algunos añitos la barrera de los 40.
Su marido, el sr. Huggins, era un banquero muy conocido por la zona, siempre era educado, nos saludábamos con corrección, pero nunca jamás le vi sonreir. Como dije,Dios les había bendecido con dos hijos,la lástima era que eran más pequeñitos que mi Eva,me hubiera gustado que Eva hubiera tenido una amiguita de su edad mas cerca para poder jugar en el jardín los domingos por la tarde.
Antes de decirle nada a la Sra. Huggins me quedé mirando el porche, tenía un aire sureño que me pareció muy elegante, pero al mismo tiempo frio, aquello no tenía pinta de utilizarse mucho, sólo era el escaparate de la casa.
La señora Huggins perfectamente arreglada me miraba desde la puerta
-Sr. VonVousten, ¿qué puedo hacer por usted?
-Verá Sra. Huggins, estaba preparando unos dulces para la pequeña Eva, cuando he caido en la cuenta de que me había quedado sin azucar, ¿se lo puede creer?,jijijiji, ¡preparando deliciosos dulces y sin azucar!-le dije, intentando ocultar la desesperación y punzante necesidad de ese ingrediente-¿no tendrá usted un poco para dejarme?
-Por supuesto sr. VonVousten, precisamente acababa de preparar ahora unas galletas para los niños
-Llámeme Otto
-Pase Otto,pase, no se quede en la puerta
Ni que decir tiene que me quedé embobado viendo aquella casa por dentro, grandes lámparas,alfombras que parecían de buena calidad,jueguetes nuevos bien colocados, la madera de los suelos estaba recien pulida y los espejos brillaban y devolvían un reflejo perfecto a la sra. Huggins. Sin duda, aquella era la casa perfecta para una familia perfecta, por un momento me imaginé en lugar del sr. Huggins y sonreí, aunque luego pensé que él estaba demasiado seco y que éso solo le pasa a la gente que no es feliz, supongo que por eso no sonreía, pese a tener una vida de ensueño.
Mientras caminábamos por el pasillo, la sra. Higgins se fijó en mi camiseta "¿es éso sangre, Otto?, ¿está usted herido?",me puse algo nervioso porque no sabía muy bien cómo explicarlo, así que opté por mentir ( que bien sabe Dios que es una cosa que detesto hacer) "no por dios  sra. Huggins, no es sangre, es sirope de fresa, como le digo estaba haciendo unos dulces y decorando las rosquillas glaseadas, tuve un pequeño traspies y se me cayó parte del sirope en la camiseta, perdone que no me haya cambiado de ropa", ella hizo un gesto con la mano y me dijo "por favor, no se preocupe, es solo que parecía sangre", creo que parecía avergonzada.
Llegamos a la cocina y el fantástico aroma a galletas recién horneadas me transportó a mi infancia, a casa de mi abuela, y en ese instante, me las habría comido todas. Verán, la abuelita Gertrud ,me preparaba siempre galletas, las galletas mas ricas del mundo y me solía llamar glotoncete, pero decía que verme comer la daba la felicidad, así que, en cierta manera yo fui el responsable de que muriera con una sonrisa en los labios, siempre fue una mujer feliz. Murió porque su vieja cocina tuvo un escape de gas y mientras ella cocinaba, respiraba y respiraba ese gas y un vez dentro de ella, ese gas ya no se quiso ir nunca más. La encontró mi abuelo, y siempre comentaba que cuando la vio, estaba tirada en el suelo con las sonrisa mas perfecta con la que nunca le había sonreído. La muerte dulce le llaman. Mi abuelita, que en paz descanse, fue determinante en mi vida y en mi alimentación.
-¿Quiere una galleta, Otto?
-Por supuesto sra. Huggins
-LLámeme Ruth
-Claro Ruth
En el momento en que probé una de esas crujientes galletas, sentí que mi paladar estaba experimentando un nuevo éxtasis, ¿cómo describirlo? esa mezcla excepcional de harina, huevo, mantequilla, leche y azúcar era tan perfecta que volví a excitarme
-Ummmhhhh, ésto está delicioso Ruth
Ruth sonrió, claramente vi que esa sonrisa era una invitación
-El secreto está en el jengibre, coma, coma otra!
Yo quería comerme la bandeja entera, no podía contenerme. Cogí dos a la vez,mientras, ella se subía en un taburete para buscar un paquete de azúcar
-Siempre tengo azúcar de reserva, me encanta la repostería- decía jubilosa aún subida en el taburete
Yo la miraba embelesado y cogí otras tres galletas, me las metí en la boca a la vez, casi no la podía cerrar para masticar, pero aquel jengibre...A Ruth se le marcaba las caderas en su falda de lino perfectamente planchada y mi mirada se posó en sus glúteos, generosos que intuía prietos, y las galletas estaban tan ricas que me hubiera gustado homenajear a la cocinera...gustosamente la habría rebanado un buen filete de su trasero y lo habría mezclado con las galletitas que se deshacían en mi boca. Yo comenzaba a salivar.
En ese preciso momento,unas llaves en la puerta y una voz masculina me recordaron que yo estaba allí por otra cosa y que a lo mejor Mussy no estaba revolviendo bien los ingredientes de la cazuela dulce y éso sería una auténtica tragedia, ya lo creo.
-Ruth, cielo!!!-dijo la voz masculina desde la puerta
-¿Greg? ¡qué sorpresa! no le esperaba hasta mañana...me dijo Ruth con una mezcla de alegría,decepción y rabia
Oí a unos niños corriendo "papi,papi,¿nos has traído algo?"
-Oh, si, yo debería irme ya, he dejado a la pequeña Eva sola al cuidado de la cocina y esta chiquilla es un terremoto- me disculpé, mientras, cogía otra galleta y ella me daba el paquete de azucar.
Ruth me acompañó a la puerta, y en el salón nos cruzamos con el sr. Huggins
-Greg!!qué inesperada alegría tenerte de vuelta tan rápido!-le dijo Ruth a su marido mientras se daban un casto beso en la mejilla-El sr.Vonvousten vino a pedirme algo de azucar,¿te lo puedes creer?estaba haciendo dulces sin azúcar,jijiji.
-Sr. Vonvousten, ¿qué hay?
-Sr. Higgins
Nos dijimos con un gesto con la cabeza que equivalía al apretón de menos que nunca nos dimos.
Ruth salió hasta el porche y me dijo:
-Espere, espere, llévese las galletas que quedan, yo les prepararé más a July y Tommy ahora
-No por favor Ruth, ya he comido bastantes y eran para los chiquillos (en realidad estaba deseando que las trajera de una puta vez), perdónenme, a veces soy un poco mal hablado cuando tengo hambre...
Ruth se metió dentro de la casa y salió de nuevo con una bandejita con las galletas (qué pocas,joder!!) colocadas delicadamente
-Por favor, vuelva cuando quiera Otto, es una delicia verle comer y a mí me gusta mucho cocinar
Hubiera jurado que aquella era la segunda invitación de Ruth para meterme dentro de ella desde que toqué el timbre.
-Descuide Ruth, lo haré
Volví por el mismo camino, con mi azucar, con mis galletas, aunque, si les digo la verdad, antes de llegar a casa ya me las había comido todas.

Abrí la puerta y el seductor olor de la cazuela dulce volvió a impregnar todo mi ser, subió por la nariz y me llegó al cerebro, me lo estrujó y allí se quedó, atado con alambre de espino.
En la cocina, Mussy me miraba pícara y locuela
-¿te has portado bien? ¿has dado vueltas al jugo hipnótico siempre en el mismo sentido?- le pregunté.
Mussy se rió y la inocencia atravesó mi corazón
Cuando miré el interior del recipiente, vi que la sangre era una especie de almibar y que sólo faltaba el azúcar para hacerme el hombre mas feliz del mundo.Lo eché, sin medida, sin control, tengo muy buen ojo para calibrar las cantidades, y a fuego lento se cocinó, no podía dejarlo enfriar, necesitaba probarlo ya y me llevé a la boca  con la misma cuchara con las que que lo estaba removiendo, me abrasé el paladar y al tragar, noté fuego por la garganta, pero cielos, aquel majestuosos caldo era lo mas extraordinario que había probado nunca, más incluso que mi Helen, y noté que la polla me estallaba en los pantalones (discúlpenme de nuevo,sigo teniendo hambre..) y me fuí a la intimidad de mi habitación y allí me masturbé de una forma descontrolada, y a mi mente venían imágenes de mi Helen,de la sra. Huggins, de las galletas y del jugo hipnótico y Mussy no hacía mas que acercarse y me decía "venga hombretón, échalo todo, venga, hasta la última gota...eso es hombretón, eso es!!"
y me quedé dormido, y en mis sueños mi vida había cambiado, yo era Otto el hombretón, Otto el devorador, Otto el Dios.

Me ha dado un poco de vergüenza contarles esto último, no quiero que piensen que soy un degenerado, yo, buen cristiano y ciudadano ejemplar. Pero ya saben, no es sano llevarle la contraria al cuerpo y yo, bueno, en realidad soy un bocazas, me pierdo por la boca y me resulta muy difícil guardar secretos. Espero que no se hayan molestado... bueno, lo que les iba diciendo. Después de aquello, pasaron unas cuantas horas, no se exactamente cuantas, ya saben que la memoria no es una de mis virtudes, el caso es que me desperté encima de la cama, sin los pantalones, como dios me trajo al mundo. A mi lado, Mussy seguía dormida, no quise despertarla, amén del fuerte olor a esperma que desprendía, bien se merecía un descanso, así que no hice ruido, me levanté en silencio y fui a la cocina a ver si aún quedaba algo del delicioso postre, es normal, uno, cuando se levanta de la cama, está hambriento. En mi caso, muy hambriento.

Me acerqué a la cocina y me asomé a la cazuela dulce, pero estaba vacía, Mussy debió acabárselo todo mientras yo dormía, voy a tener que dedicarle unas palabritas cuando despierte, no está bien acaparar con todo y no dejar nada para los demás. Subí las escaleras y fui a visitar a la pequeña Eva, estaba mas fría y pálida que nunca, tengo que sacarla mas de paseo pensé, pero no se lo dije, no quise herirla, a veces un exceso de sinceridad no es bueno, puedes herir a la gente que quieres. Levanté su cuerpo y la senté en la vieja silla de mimbre de mi madre en paz descanse, mientras le abría la cama a Eva, quería meterla dentro y arroparla, la última cosa que quería es que cogiese un molesto constipado y fue justo, en ese mismo momento, cuando mi pequeña ya estaba bien acomodada, cuando miré por la ventana de la habitación y vi a la señora Huggins en la suya, en su dormitorio, la única luz encendida de la casa a aquellas horas de la noche, calculo que serían las once o las doce. Tenía un sexy camisón y me miraba fijamente, me devoraba con los ojos, fue entonces cuando eché la mirada hacia abajo y caí en la cuenta de que iba sin pantalones, con el pene erecto si les soy sincero, supongo que debido al fuerte olor especiado que desprendía mi Eva. Volví a mirar hacia el dormitorio de la Sr. Huggins y la vi tocándose, con su mano jugueteando por debajo del camisón mientras se asomaba mas y mas por la ventana, intentando acercarse mas a mi, yo, por supuesto, no tuve otra que agarrarme la polla y comenzar a menearmela, aprovechando, por supuesto, que mi Eva tenía los ojitos cerrados, si no, no habría sido apropiado.

Pero cuando el agua ya estaba a punto de hervir, un grito proveniente del piso de abajo, apagó el fuego. Era Mussy, me llamaba desesperadamente, así que tuve que soltarme el pene e ir a ver lo que quería mi pequeña, imagínense la cara de decepción de mi estimada vecina. Una vez abajo, Mussy, sentada encima de la cama, puso un poco de sentido común a una situación que se me había ido un poco de las manos, lo mío con la sr- Huggins, tenía que terminar, no podía hacerle eso a Helen, no siendo un buen cristiano como yo soy. –Tienes que terminar con ella, me dijo Mussy, visiblemente enojada- te prometo que no volverá a pasar, no volveré a tener pensamientos sucios con ella, ni me masturbaré delante de ella, le contesté mientras golpeaba mi pene con disimulo para intentar doblegar mi insistente erección. – no me refiero a eso Otto, ya sabes lo que quiero decir… ella lo sabe, lo sabe todo, no puedes permitirlo.

Aquella pequeñaza tenía razón, la Sra. Huggins, de seguro me había visto manipulando a Eva, y con esto no quiero decir, que lo que hacíamos yo y la pequeña fuese algo malo, pero ya saben, en cada casa hay unas reglas y hay gente, que puede encontrar extraña la actitud de otros, el comportamiento del vecino en los adentros de su propia casa. Además, voy a ser muy sincero con ustedes, me moría por comérmela y esto, no era nuevo, no era de ahora, sentí esa necesidad desde la primera vez que hablé con ella… así que todo parecía bastante claro, corrí hacia la cocina y agarré el mortero de madera de mi Helen, la cual, por cierto, seguía sentada en el taburete, apoyada contra la pared con lo que poco que había quedado de sus entrañas colgando. Mejor  así pensé, pues no le gustaría nada que me colase sin pantalones en medio de la noche, en casa de nuestra atractiva vecinita… y les digo, ahí, me volví a empalmar.

Los grillos habían comenzado su función particular, no había ni un alma en la oscuridad de la noche. Corrí entre la hierva y cogí impulso para elevar mis ciento cincuenta kilos de alegría por encima de la verja de madera que separaba nuestros patios, tenían que haberme visto, que agilidad, que elegancia, parecía un cisne. Seguí corriendo al son de mi aliento y esquivando los cantos de los grillos con la agilidad de una gacela, dos volteretas dí sobre el césped, que agradable fue sentir las caricias de la hierva sobre mis testículos, ni se lo imaginan y ni mucho menos, se imaginan el apetito que me despertó aquello, en aquel instante, me habría comido cualquier cosa, me habría comido al mismísimo Jesucristo, con cruz y todo.

Allí me planté delante de la puerta, espatarrado y hambriento, con el mortero en la mano, pensando en la forma de entrar en la casa sin alertar a la buena señora Huggins, quizá podría trepar por la parte de atrás pensé.

Y eso fue exactamente lo que hice, caminé sigilosamente alrededor de la casa, mi desnudez me liberaba de la culpa, así que intenté forzar la puerta trasera. Como ustedes supondrán, éso hubiera sido demasiado fácil, así que, sí, me tocó trepar...mi cuerpo no fue problema, mi peso se convirtió en mi aliado y me impulsaba, subía como los gatos,un dulce gatito que sabe que se va a dar un buen festín. Lo que mas me costó fue que el mortero no se me cayera, no quería que se manchara de ninguna manera (ya saben, la higiene).Recuerdo que me reí en bajito porque no quería despertar a nadie, y me reía, porque yo intentaba subir lo mas rápido posible por la rejas que había en la parte de atrás para que la enredadera trepara y cuando daba pequeños saltos de un hueco de esa reja a otro, mis pelotas saltaban conmigo y me hacian cosquillitas,jijiji
Llegué a una ventana, estaba medio abierta, era la de la habitación de los niños, la subí del todo y me colé en la habitación, no sin algo de dificultad. El mas pequeño de los dos se despertó (será posible que nunca me acuerde del nombre de estos dos chiquillos...), le hice un gesto con el dedo para que no hablara, shhhhhhhh. El pequeño miraba a su alrededor con los ojos desorbitados, "duérmete pequeño" le dije entre susurros, él me señalaba, supongo que era la primera vez que veía un cuerpo desnudo adulto, supongo que en esa casa, el sentido del pudor reinaba, como ha reinado en la mia hasta el momento, supongo que  su padre tapará sus verguenzas delante de sus angelitos, supongo que era la primera vez que  aquel muchacho veía un pene grande, supongo que en cuanto yo me marchara de su habitación, se bajaría el pantalón para ver la diferencia de tamaños. Cerré la puerta de los niños y me dirigí a la habitación del matrimonio, fui muy sigiloso y al abrir la puerta les vi en la amplia cama, durmiendo, entregados totalmente al mundo de los Oniros, seguro que alguno de los mil hijos que Hipnos tuvo con Nix, les estaban entreteniendo en aquel momento. No estaban abrazados, cada uno miraba para una parte diferente y yo la miraba a ella, qué belleza, qué aroma..me temo que me volví a empalmar, llega Otto el hombretón. Todo fue bastante rápido, cogí el mortero y le arreé a Gregg con él en la cabeza hasta que se la aplasté, la sangre me salpicó la cara, las manos y los brazos, y salpicó también a Ruth, quien se despertó sobresaltada. Greg no se dio cuenta de nada, se quedó en el mundo de los sueños para siempre. Ruth estaba totalmente desorientada, me miraba con pánico, no entendía nada ,intentó levantarse de la cama y correr hacia la puerta, yo seguía golpeando con el mortero la cabeza de el bueno de Greggy y tuve que ser muy rápido, porque la sra. Huggings estaba en muy buena forma y era muy ágil .Me interpuse en su camino y la pegué un puñetazo en la barriga que la tiró al suelo, entonces yo era Otto el oso, "por favor Ruth, no vaya hacia la puerta, todo en esa dirección debe morir y así será" le dije.
Desde el suelo Ruth gritó " July,Tommy no salgais,cerrad la habitación" (éso era,se llamaban July y Tommy...qué memoria!!) Ni que decir tiene que los chiquillos en cuanto oyeron los gritos de su madre, corrieron a la habitación, quedándose petrificados de miedo en la puerta, realmente Gregg lo habia puesto todo perdido. Yo corrí hacia la puerta y les pedí que volvieran a su habitación y que se arroparan, que luego mami iría a darles un beso de buenas noches y cerré la puerta.
-Bien Ruth, ya estamos solos- dije guiñandola un ojo
-Otto por favor no haga daño a mis pequeños- me decía totalmente fuera de sí
-Pero Ruth,por favor, ¿por quien me toma?
En un segundo ella miró hacia atrás, miró al deformado rostro de su marido. La verdad es que era realmente grotesco y mirándolo yo también me di cuenta de que me había dejado el mortero encima de la cama, lo cogí, estaba totalmente rojo, empapado en la sangre del banquero y lo lamí con ansia, su sabor era fuerte, pero me gustó mucho. Ruth me miraba y gritaba sin parar, "calle Ruth, no grite, esto está delicioso, venga, venga y pruebe". Ella volvió a intentar levantarse para ir otra vez a la puerta, cuando cogió impulso se le levantó el camisón y admiré su figura, no tenía nada que ver con la de mi Helen. Tuve que volver a dejar el mortero en la cama y abalanzarme de nuevo hacia la señora Huggins, "deje de hacer éso Ruth, al final conseguirá que me moleste". La cogí en brazos,ella no ponía resistencia y la tumbé de nuevo en la cama .Allí se quedó quieta, yo seguí lamiendo el mortero y cuando estaba totalmente limpio, empecé a chupar la cabeza del sr. Huggings, ummmmhhhhh, solo podía decir ummmmhhhh, y ese ummmhhh ni siquiera se había inventado aún, era tan placentero que habría que idear una nueva palabra para describir esa sensación. Joder, no podía parar de chupar, sorber toda esa masa en la que se había convertido su cerebro
-Ruth, por favor, hágame caso, tiene que probar ésto, es un manjar de dioses
-Está usted totalmente loco Otto- gritaba ella
-Ruth, insisto
y en ese momento cogí a Ruth y puse su cara contra lo que quedaba de cara de su marido."Saque la lengua" le decía yo y nada, al final tuve que sacar mi genio y le dije "saque la lengua y pruebe a su marido o créame, al final va a tener que probar a sus pequeños", nada mas escuchar ésto la sra. Huggings sacó su lengua y empezó a chupar, lamía muy bien a su marido, yo también  lo hacía y me relamía y noté que toda esa sangre que estaba chupando me bajaba a la polla y las venas se hacian inmensas.
Vamos a por el segundo plato. Agarré a Ruth y la tiré al suelo ,me puse encima de ella, comenzó a gritar desesperada, la verdad es que no lo entendí ,porque claramente me deseaba, bueno, pues lo que les  iba contando, que estando encima de ella, acerqué mi nariz a su cara y olía tan bien, estaba tan calentita...que mordí su mejilla izquierda hasta arrancársela, la mastiqué atropelladamente porque quería mas, casi ni la degusté. Ruth seguí gritando y sangraba mucho, la arranqué el delicado camisón y fui directo a por el plato a por el que había ido a su casa. Primero mordisqueé un poco sus pezones,no quería que pensara que solo iba a lo que iba, me gusta que una mujer sienta placer con mis preliminares. Luego ya arranqué el pezón derecho de cuajo, ohhhhhhhh, maravilloso, era dulce y amargo a la vez, sabroso y algo salado, sublime. Ruth se rendía y cuando iba a servirme el otro pezón, sin darme cuenta la abrí las piernas y sin darme cuenta se me coló el pene entre ellas, mordí, tragué y me corrí dentro de la señora Huggins. Luego bajé a la cocina corriendo, cogí un cuchillo, subí corriendo también, tenía el pulso acelerado y la respiración entrecortada, Ruth no había intentado moverse, estaba inmovil, perdida...a lo mejor ela esperaba que hubiera sido mas apasionado, no lo se. Fui hacia ella,  pero antes miré por la ventana, miré hacia la ventana de la habitación de Eva, la luz seguía encendida y vi perfectamente la silueta de Mussy, "me temo que estará molesta,he tardado mas de lo que la dije que tardaría", así que ya no tenía tiempo para entretenerme. Clavé el cuchillo en el pecho de Ruth unas 13 veces, la di la vuelta y la corté un generoso filete de su trasero, lo enrollé y salí de la habitación y de la casa.

Volví a cruzar el jardin de los Huggins y el nuestro, volví a notar la diferencia en el césped de ambos y entré en casa.
-Mussy,Mussy ,ya está, ya he hecho lo que me pediste y mira lo que he traído para después...

Mussy. Cuando mi Eva la vio por primera vez en aquellos grandes almacenes, se enamoró de ella perdidamente, recuerdo como me miró Helen al ver a su niñita abrazada a la caja de plástico de la muñeca. Yo la miré y la correspondí con un gesto de complicidad, los dos sabíamos que Eva no iba a regresar sola aquella tarde a casa, además, faltaban poquitos días para su cumpleaños, como le íbamos a negar aquel capricho en semejantes fechas, no pudimos, no pudimos. Déjenme que les cuente como ella corrió hacia nosotros con la caja en brazos y nos miró con los ojos llorosos por la emoción, bueno, en realidad me miró a mi, por que los niños no son tontos y la pequeña Eva, mi Eva, sabía que yo era quien llevaba los pantalones en aquella casa (bueno, habitualmente por lo menos, jijiji…). Vale Eva, ponla en el carrito de mami, le dije. Tendrían que haber visto su cara, jamás nadie fue tan feliz como mi Eva en aquel momento, aquella fue la primera vez que me dieron ganas de comérmela, ni se imaginan como me abrió el apetito aquello.

Mussy era la clásica muñequita de trapo de toda la vida. Déjenme que les cuente, ya que ahora mismo no puedo enseñársela a ustedes. Piel pálida, pelo negro, largo, con dos coletitas, sonriente, ojitos pequeños, muy pequeños, naricita de garbanzo y suave, muy suave (ni se imaginan cuan suave…). Una cintita roja en la cabeza, un vestidito a rayas horizontales, blancas y rojas y unos zapatitos… madre mía, me encantan esos zapatitos, azules, con un lacito rojo. Esa, es la muñequita que enamoró a mi Eva, esa es la muñequita que me enamoró a mi.

Helen y Eva seguían dando vueltas por la sección de juguetería, aquello era enorme, no en vano, les estoy hablando de los almacenes TODYS, el edificio mas descomunal del recién remodelado centro comercial de la ciudad, nuevecito de trinca, si señor. Solíamos ir todos los sábados por la mañana, los domingos, como ustedes comprenderán, estaban reservados al señor y en concreto, a la iglesia del padre Tomás. Como les iba contando, dejé a la familia deambulando entre toda aquella cantidad obscena de juguetes y yo me excusé diciéndole a mi Helen que quería pasarme por el supermercado, que me había entrado un apetito voraz y quería comprarme un tentempié. A ella. No le gustaba mucho que comiese entre horas, se le había metido en la cabeza que yo tenía que perder peso, que estaba, algo rellenito, ¿se lo pueden creer? Yo, rellenito. Helen, Helen… ¿no querrás que sea como uno de esos asquerosos e infelices secos? Siempre le preguntaba cuando me salía con aquellas tonterías, luego me decía que era por mi bien, por mi salud y cosas así, pero yo siempre sospeché que había gato encerrado, que había algo turbio, algo oscuro en mi Helen, vamos, que no me decía toda la verdad, que a ella… le gustaban los secos. En aquellos momentos, le habría arrancado la cabeza y la abría metido en el horno a máxima potencia. No te enojes Otto, me decía a mi mismo cada vez que aquello ocurría, que sería de ti sin tu querida Helen, ella, que lo era todo para mi, junto con mi pequeña Eva, claro está. Pues lo que les iba contando, me acerqué hasta el supermercado que había en la primera planta de TODYS, en aquel momento, el abismo que había en mi estómago era tan profundo, que podría haber sido engullido por él y estar cayendo por el resto de los tiempos, hambriento por el resto de la eternidad. ¿Cómo saciar aquel irremediable deseo? No fue fácil, miré y miré por el supermercado, todos aquellos estantes abarrotados de comida, latas de conservas, pasta cruda para cocer, snacks de todo tipo, por supuestos, incluidos los nuestros, faltaría mas, refrescos, batidos, galletas, pastelitos, zumos… había de todo, pero nada parecía suficiente para mi, para mi abismo. Fue entonces cuando vi a aquella jovencita entrar en un pequeño cuartillo, un pequeño almacén donde se guardaban los utensilios de limpieza para el mantenimiento del establecimiento. Era tan guapa, parecía taaaaan tierna. La seguí y me colé detrás suyo, luego, cerré la puerta cuidadosamente.

No puede entrar aquí, me dijo la jovencita, algo sorprendida. No se preocupe, solo estoy buscando algo de comer, solo intento no caer por el abismo. ¿De que está usted hablando? Esto es solo para empleados, la comida está fuera, toda la que usted pueda desear, señor. Pero no, aquella chica no tenía ni idea de lo que yo podía desear, pero no la voy a culpar por ello, ni yo mismo lo sabía hasta que la conocí. No medié mas palabra con ella, simplemente, me acerqué, cogí una botella de lejía, una de esas lejías industriales que se utilizan para limpieza, pues eso, industrial, y se la rocié en los ojos. Pueden imaginarse el dolor que sintió mi precioso tentempié, cómo gritaba la cochina, la cochina seca. Cayó al suelo y comenzó a retorcerse como la cola de una lagartija, ¿le han cortado alguna vez la cola a una lagartija? Bueno, como comprenderán, no pude quedarme quieto, aquellos gritos de agonía se habrían escuchado hasta en el mismísimo infierno, así que cogí el palo de una escoba y se lo metí en la boca, apreté hasta que este se introdujo en su garganta, luego seguí apretando, no tardó en dejar de gritar. Cuando saqué el palo, este estaba impregnado de sangre y olía tan bien, aquel falo de madera húmedo, tuve que lamerlo, si, tuve que hacerlo, ya se que estas cosas no debería hacerlas un buen cristiano, un hombre no debería lamer el pene de otro, eso no le gusta a Dios, pero estaba tan rico, me imaginé al padre Tomás, con sus generosas carnes dando el sermón de los domingos con aquella túnica blanca que le quedaba tan bien y no pude evitarlo, me lo metí en la boca, lo mas profundo que pude y chupe con todas mis fuerzas hasta que lo dejé limpio. No me miren así, no se vayan a pensar que soy maricón, ¿acaso tengo aspecto de persona enferma? No, claro que no. Luego me amorré sobre el rostro desfigurado de la chica, Marta, según la tarjetita identificativa que llevaba colgando del bolsillo de la camisa, blanca con rayas rojas horizontales, igual que mi Mussy, miren que casualidad, la vida está llena de casualidades, ¿no creen? Pues eso,  me amorré a su boca, de la cual salían toda clase de substancias corporales y me colé sin invitación, me introduje, agarré su lengua con mis dientes y tiré, no fue fácil, pero lo acabé consiguiendo, se la arranqué de cuajo y por supuesto, la mastiqué, la saboree y luego, la devoré. Lo bien que me quedé. Lo bien que se quedó mi tripita, jijiji.

Luego regresé con Helen y Eva y fuimos a comer, hamburguesas para todos. Me pasé toda la comida pensando en el padre Tomás, ante la atenta mirada de Mussy, que no me quitaba ojo de encima y Eva, que les voy a contar, Eva la espachurraba con todas sus fuerzas. Fue una bonita mañana de sábado.

Ah, por cierto, deliciosa la nalga de la Sr. Huggins, de-li-cio-sa. Lástima que Mussy apenas me dejará saborearla en condiciones, pues me dijo que ya estaba bien de comer, que tenía que limpiar todo aquel estropicio ya, comenzando por los niños de los Huggins, que ya era tarde y mañana teníamos que madrugar para emprender el viaje de negocios a aquel pueblecito, Sunshine. Así que ya me ven de nuevo, entrando en la casa de los vecinos…


Esta vez me llevé a Mussy conmigo, sin ella no me veía capaz de hacer las cosas bien, ya se sabe que las mujeres se fijan en los detalles mas pequeños y yo necesitaba que Mussy me guiara, Mussy siempre tiene razón, Mussy me dijo que a la familia siempre la tienes que llevar dentro, que éso es lo mas importante, qué bien lo sabía aquella diablilla.

Llegamos de nuevo a casa de los Huggins, no sin tener que aguantar por el camino la bronca que la pequeña Mussy me echaba por tener que hacer ella parte de una trabajo que sólo me correspondía hacer a mi.
Esta vez, entramos por la puerta  principal, me la había dejado abierta un rato antes,  justo cuando salí con el sublime filete de Ruth, ahhhhhhh, recordaba ese filete y se me caía la saliva de la boca como si fuera un géiser. Cuando entró Mussy en la casa, lo miraba todo con gran curiosidad
-Venga Mussy,que hay que dejarlo todo listo pronto y hacer las maletas
-No me vengas con prisas ahora Otto ,que habrá que ver cómo lo has dejado todo...yo mejor que nadie se lo cerdo que eres comiendo...
Yo miré al suelo con cara de culpa y la cogí en brazos para subir las escaleras mas deprisa (ella es algo lenta),  y en menos de tres minutos, ya estábamos en el piso de arriba, en la puerta de la suntuosa habitación de matrimonio de los Huggins.
Mussy no daba crédito a lo que estaba viendo...La habitación tenía salpicaduras de sangre por todos los rincones, y los niños de los Huggins estaban sentaditos en la cama, al lado de su padre, mirándole con los ojos muy abiertos...como dije, los niños son muy listos y sabe muy bien a quien acercarse. Ellos sabían perfectamente que era papá quien les traía regalos de sus viajes y , en ese momento, estaban probando por si este regalo era lo que ellos querían: Tommy unos guantes de baseball y July, la muñeca Sally que todas las niñas de su clase tenían.
-Por Dios Otto, no me lo puedo creer, ¿que hacen los niños aquí?-me dijo Mussy manifiestamente molesta
-No te enfades Mussy,que te pones muy fea...-fue lo único que se me ocurrió decirle...cuando le decía éso a mi Eva, mi angelito me sonreía y me decía "papi,no me llames fea,yo no soy fea", "claro que no cielo mio, eres la mayor belleza que han visto mis ojos" y ella siempre me preguntaba "¿mas que mamá?" y yo sonriendo la decía "mas que todas las mamás del mundo..."
Mussy no me dedicó la misma sonrisa que me dedicaba Eva sin reservas, Mussy se limitó a decirme "encárgate de ellos ya mismo"
Yo cogí a los pequeños de la mano-"no deberíais estar aquí, ya os dije que os quedarais en la habitación...",el pequeño Tommy me dijo "sí,lo hicimos,pero usted nos dijo que mami vendría a darnos un beso de buenas noches y no vino" y la pequeña July, que era lista como el demonio, dijo balbuceando "mami no se mueve, ya no se va a mover más". En ese momento sentí que la mirada de Mussy me atravesaba el cerebro, la estaba haciendo enfadar mucho, y creánme, es mejor que esa muñequita no se enfade...

Llegué a la habitación de los chicos,la luz de una lámpara que daba vueltas y que dejaba imágenes de aviones, nubes, estrella y lunas en la pared, seguía encendida y arrojaba al aire una preciosa melodía, que se fundía en el ambiente y producía una inmensa paz. Metí a los dos niños en la misma cama, creo que era la de la niña, porque las sábanas eran de princesas (caí en la cuenta de que eran casi iguales que las de mi Eva...qué casualidad), los niños me miraban en silencio (qué bien educados están!), yo cerré la ventana,no fuera a ser que se colara algún vampirillo por ella,jijiji. Entonces el aroma se hizo intenso y yo volvía a tener hambre, no hay tiempo no hay tiempo, ya comerás luego. Comencé a contarles el cuento que siempre me pedía mi hijta que le leyera: "érase una vez  dos hermanitos que vivían en una casita muy pobre, era tal su pobreza que su papá no tuvo mas remedio que llevarlos al bosque porque no podía alimentarlos para dejarlos allí, pero el niño,que se llamaba Hansel, era muy muy listo y había dejado piedrecitas en el camino para saber cómo volver a casa .Cuando regresaron, por la noche, su mamá estaba disgustada y decidió que les llevaría al día siguiente al bosque ,pero mucho mucho mas lejos para que no pudieran regresar .Hansel dejó miguitas de pan en vez de piedras esa segunda vez y cunado intentó regresar por el camino de migas de pan, comprobó que los pájaros se las habían comido, esos pájaros eran cuervos y habían logrado que los niños se perdieran en el bosque, en compañía de cuervos es fácil perderse. Hansel cogió a su hermana Gretel y echaron a andar sin saber muy bien qué dirección seguir, de pronto, encontraron una casita de chocolate, con ventanas de gominola y puertas de galleta y los niños sonrieron, intentaron comer algo de la casa, estaba deliciosa, ummmhhh, pero la bruja malvada que vivía en aquella casa de ensueño,les atrapó y les encerró y les obligaba a comer para que engordaran, porque los pobrecitos estaban muy secos. Todos los días hacía que Gretel sacara el dedo por los barrotes de regaliz en los que les había encerrado para ver si habían ganado peso..." y de repente me dí cuenta de que July y Tommy se habían quedado dormiditos y que yo estaba chupando uno de los deditos de July y debo decirles que sabía realmente bien. Mussy gritó desde la otra habitación,"¿ya está todo listo Otto?", "sí, Mussy" la mentí y fue entonces cuando cogí la almohada de la cama de Tommy Huggins y la puse en la carita de las criaturitas y apreté y apreté y apreté, ellos pataleaban, me impresionó la fuerza que tenían para ser tan pequeños. Seguí apretando, les juro que me hicieron sudar y todo, pero por fin dejaron de moverse. Todo limpio, a Mussy le va a gustar que haya sido tan cuidadoso.Lamí la cara de los pequeños y me fui a la otra habitación, donde Mussy intentaba limpiar la sangre. "Ésto es imposible Otto, no tenemos tiempo, has sido muy sucio. Al menos pon a esa mujerzuela en la cama con su marido, y cúbrela, se la ven todos los pelos del coño!!" 
-"Mussy por dios,cuida ese lenguaje"- me apresuré a reprender. Nunca me ha gustado que la gente diga palabras malsonantes y mucho menos las señoritas.

Mussy decidió que debíamos quemar la casa, porque la policía del pueblo comenzaría a hacer preguntas y sabía que yo no había nacido para mentir, y si evitaba las preguntas, evitaba las respuestas.
Bajamos a la cocina y buscamos alguna cerilla, no había gasolina por ninguna parte..así que Mussy, ya visiblemente cansada, encendió una cerilla y prendió fuego a las cortinas, luego todo fue una reacción en cadena y las llamas lo inundaron todo. Salimos de allí y en el porche Mussy me miró de una manera que me heló el alma. La cogí en brazos y me puse a correr hasta llegar a nuestra casa. Una vez allí,le dí las gracias por cuidarme tanto. En la cocina el olor de Helen era mareante y sin que Mussy me viera, unté una tostada en el hueco de su estómago y me chupé hasta los dedos. Mussy me esperaba en la cama.
Me introduje dentro de las sabanas, estaban frías y yo estaba algo destemplado, así que me pegué a Mussy en busca de calor
-Vas a tener que ser mas cuidadoso en un futuro,¿lo serás por mí?-me dijo
-Seré todo lo que tú quieras que sea- le dije yo mientras la daba un besito en la mejilla de trapo
Ella me abrazó, sabía que esa noche sería Otto el hombretón el que dormiría a su lado.


ALICIA MISSTERROR Y NANDO EL RECTOR


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12 comentarios:

  1. Missterror y Víctor F. Corven, estáis realmente enfermos!!!y os adoro por ello...

    Si IRA fue bestialmente salvaje, GULA...en su primer capítulo ha superado la frontera entre la demencia y la genialidad, porque vosotros sois dos genios locos y estáis demostrando cada vez más que sois grandes...enormes!!

    Pero que asco que me da Otto...¿pero como se os ha podido ocurrir un personaje tan asquerosamente bueno? como me gusta diossss!! Estoy deseando que llegue a Sunshine con la tierna Mussy, eso será una bomba, será absolutamente delicioso para mis ojos y mi imaginación...

    De verdad, gracias...

    Fdo. Vuestra fan número 1 ;D

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  2. Muchas gracias Darkotica!!!!
    si por algo merece la pena escribir (aparte de la satisfacción personal) es por palabras como las que nos escribes,que además tengo clarísimo que las dices de corazón.

    Si Otto te ha dado asco,es que lo hemos hecho bien,y me gustaría llevarme el mérito,pero dentro de mi alma,yo se que Otto es mérito de Victor,yo sólo me limité a seguir sus pasos,ésa es la verdad (no puedo imaginar un socio mejor,no puedo...)

    Otto,Sunshine,Mussy...tiembla pequeña!!!

    gracias a ti por todo ésto,de verdad...

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  3. No me tienes que dar las gracias Missterror, yo solo me dedico a leer y a disfrutar de lo que hacéis, es como el que come y disfruta de un buen manjar, vosotros sois los chefs, yo soy la comensal...

    Un abrazo muy fuerte (y un mordisquillo);)

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  4. Gracias por tus palabras Darkotica , me alegra que te gustase. Pero créeme, aun no has visto nada de Otto, nada.

    Missterror, el único mérito de Otto, es de Sunshine. Haz cuentas.

    Un abrazo.

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  5. A mí también me gusta mucho este personaje, y el texto es una guarrería que por momentos es realmente vomitiva, y lo digo como un halago. ¡Un saludo!

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  6. Me impresiono la facilidad con que se lee y lo adictivo y demencial del relato.

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  7. Luis Carbajales-me encanta que te guste Otto,porque a mi me fascina tu Hank Bloodwalker.Las sensacioens cuando nos leemos son recíprocas y éso siginifica que seguimos en racha tú y yo!!!!Auuuuuuuuuuuuuuuuuu

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  8. Por fin he conseguido un espacio para pasar por aquí. Tenía ganas de leer algo de su trabajo pero a la vez no me acababa de animar, gracias a la mierda que se consigue leer por internet en lo que a relatos de horror se refiere. Gracias a Dios ustedes no son parte de este grupo de supuestos escritores. Aunque he leído poco, su trabajo me ha sorprendido.

    Lo primero que leí fue el relato "Frío", que es lo primero que me aparecía cuando entré al blog. Este me pareció genial, aunque un poco incompleto. Parecía como si hubiera leído una sección al azar de un relato más extenso. Quizás quieras luego trabajar en alargarlo, tiene mucho potencial para añadirle historia antes, después o ambas (plantéatelo Missterror, plantéatelo).

    Luego leí este relato "Gula". De igual forma éste me pereció genial. Que historia retorcida y macabra se han cascado. Y para mi enorme sorpresa entré ahora a comentar en el relato y veo que han subido la segunda parte, ya tengo entretenimiento para esta noche. Volviendo al relato, me encantaron las descripciones, me sentía que mientras leía a la vez corría una película en mi cabeza demasiado vívida para ser solo en texto. Que personaje y que escenarios tan grotescos han creado. Que forma de engancharme, joder.

    Ya conmigo se han ganado un seguidor. Excelente trabajo. Ya cuando me lea la segunda parte les dejo mis impresiones.

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  9. Muchas gracias por tus palabras amigo Lestat, es una gran satisfacción para nosotros, descubrir que gente como tu, disfruta de nuestros escritos. Ardo en deseos de conocer tu opinión sobre la segunda parte.

    Un abrazo de parte nuestra y otro, por supuesto, de parte de Otto.

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  10. Lestat-Lo cierto es que nunca me he planteado seguir o empezar con FRÍO,me gusta esa idea de relato incompleto,porque de hecho es algo que me fascina en el cine...esa sensación de necesitar un principio o un desenlace y no tenerlo, me encanta.
    Sinceramente (y no es falsa modestia),creo que te estrenaste en "una eternidad..." con el peor relato,lo digo de corazón, y me alegra que quisieras continuar leyendo lo que por aquí "vomitamos",me alegra infinitamente.

    El hecho de que visualices el relato como una película es síntoma de que lo has vivido,y eso,para nosotros es lo único que importa,que hayas sido capaz de meterte un poco en Sunshine (tú todavía no conoces muy bien esta ciudad del pecado,pero espero que pronto lo hagas).
    Cuando termines con la segunda parte de GULA,y siempre que el tiempo te lo permita,me encantaría que empezaras desde el principio,hago el recorrido contigo:Al filo de medianoche/Una eternidad.Dos minutos/Ira parte I/Ira parte II/Irea parte III

    Gracias por pasarte por aquí,gracias por tus palabras y gracias por seguirnos.
    Como Victor,espero esas opiniones!!

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  11. muy bonita la historia!! sabrías decirme de quien es la pintura? me ha impresionado mucho

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  12. Increibles chicos!!! No sabía si reir o vomitar. Vaya personajillo este Otto, ya tengo ganas de verlo en Sunshine jejeje.

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