lunes, 16 de enero de 2012

GULA.Parte III-Un minulito para el amanecer

Fatigosos eran los pasos de Otto, por que si pesada era la losa de la frustración, insoportable la profunda herida en el orgullo, ver la cara de decepción de la pequeña Mussy al comprobar esta, que el gigantón había dejado escapar a su presa, había dejado tocado al pobre Otto. Más aun, las amenazantes sentencias de su pequeño amor de trapo, palabras afiladas como cuchillas, escritas por un ciego hundiendo la hoja con saña sobre su grasienta (en aquel momento, incluso temblorosa) carne: “tráeme la cabeza de esa maldita zorra de piel morena antes del amanecer, o no volveré a hablarte nunca, nunca jamás, lo único que obtendrás de mi, será mi silencio”. Esas, fueron las palabras de una Mussy desfigurada, malévola, reconvertida en maléfica aparición, amenazante y siniestra como nunca antes la había visto el grandullón, al comprobar, de primera mano, su fracaso. Al verle regresar con el estómago vacío y la vergüenza por bandera, más allá del inmundo aperitivo insustancial que había representado la masculinidad del agente Brackett. Fatigosos los pasos de Otto.

Pero aquello no podía quedar así, la historia no podía tener aquel triste final. Mussy lo era todo para Otto y este, haría lo que fuera necesario para tenerla contenta, para tenerla siempre a su lado, para tenerla siempre cerca. Mas incluso, que su propia sombra. Por lo que abrió su vieja maleta de piel marrón y se vistió con sus mejores ropas, con su mejor traje, su traje favorito, su traje de la suerte. Tenía su historia el traje, todas las cosas la tienen, pero ahora no había tiempo, pues este corría en su contra, tres, cuatro horas para la llegada del temido amanecer, no había tiempo que perder. Ya elegantemente vestido, corbata y sombrero incluidos y dejando a Mussy allí sentada encima de la cama, con la única compañía de los difuntos Flannegan, Otto recorrió nuevamente ese camino que ya tan bien se conocía y tocó el timbre de la mesa de recepción, por que no tenía ninguna duda de que el viejo dueño del hotel, pues mas sabe el diablo por viejo que por diablo, sabría donde encontrar a aquel policía gordo y calvo que le había quitado lo que por ley divina, a él le pertenecía. Tocó una vez, tocó dos veces, pero una tercera ya le pareció excesiva a su paciencia, por lo que ni corto ni perezoso, saltó sobre el mostrador con su característica agilidad felina, y se metió en el cuartillo de wallestein. Este fue totalmente sorprendido y es que  allí estaba él, tirado encima de una sucia cama con toda su atención puesta en un viejo televisor, mientras se hacía una paja con algo de pornografía barata. En una mano, su polla. En la otra, una botella de Shark. Esta estampa, viene a describir, con que facilidad pudo el hombretón, saltar sobre el enclenque y carcomido cuerpo de Wallestein para que este le contara todo aquello que él quería saber, que no era otra cosa que la ubicación exacta de la guarida del agente Wilson, para Otto, el poli gordo y calvo.

-¿Dónde puedo encontrar a ese poli gordo y calvo?- preguntó mientras rodeaba su frágil garganta con sus descomunales manos.
-¿Qué diablos estás haciendo maldita bola de grasa? Voy a volarte tus asquerosas pelotas de un disparo!! ¿Cómo te atreves a entrar en mi…-antes de terminar la frase, Otto ya había puesto su zarpa sobre la polla, aun erecta, de aquella pobre alma oscura y apretaba, vaya que si apretaba. El dolor que sintió Wallestein fue indescriptible, pues acababa de sentir crujir, todos los músculos de su pene, quien desde aquel día, ya no volvería a lucir nunca de la misma manera.
- Está bien!!- gritó. Confesó. Suplicó. Es el sargento Wilson, vive en una cabaña en lo alto de la colina, solo tienes que seguir la carretera, no hay perdida.

Otto dibujó una sonrisa de extrema satisfacción y se despidió de Wallestein no sin antes, darle un cálido besito en la punta del capullo, incluso dejó asomar ligeramente su lengüita sobre el mismo, ante el asombro del viejo, quien en aquel momento, no conocía ni su propio nombre. –gracias señor, ha sido usted muy amable, continúe con lo suyo, jijiji- Caducadas estas palabras, Otto repitió salto de gacela sobre el mostrador y salió afuera en busca de su coche, no parecía que la misión fuera a ser demasiado complicada, pues según el viejo, desde el hotel a la cabaña, poco más de 20 minutos había. Pero algo incomodó a nuestro hombre, una visión, la de su vehículo, el vehículo que tan gentilmente le cedía Ink Foods Corporation, para llevar sus productos a lo largo y ancho del país. Pues bien, algún desalmado le había rajado las cuatro ruedas, además de dejarle un bonito recuerdo con spray negro en el cristal delantero: “que te lo pases bien con tu putita de trapo”, rezaba en él y lo firmaba un tal “tito Max”. Otto miró desafiante a las estrellas y soltó un grito estremecedor que llegó a ahuyentar a algunas de ellas, a las mas tímidas. Por lo que no le quedó otra que dirigirse a su destino haciendo camino con sus pies. Corriendo y corriendo a través de la noche, por la carretera, por el camino de baldosas amarillas que una vez alguien puso sobre la tierra de Thirk para que sus habitantes, pudiesen llegar a cualquier parte sin extraviarse en el camino.

Otto era un habitual de aquel lugar. Le gustaba perderse de vez en cuando entre las extrañas criaturas que allí habitaban desde aquella ocasión en la que la pequeña Eva le solicitó un cuento para antes de ir a dormir. Otto, cogiendo prestado el nombre de uno de los productos de la compañía, para ser concretos, el de unos deliciosos snacks a base de cerdo y aroma de bacon, bautizó la tierra donde transcurrían sus historias, como la tierra de Thirk, la misma en la que el hombretón había construido su casita de hojaldre, bizcocho y dulces variados, en la cual vivir con su estimada Mussy. Pues bien, Otto siguió el camino de baldosas amarillas (ni que decir tiene, que esto lo había sacado de El Mago de Oz el muy listillo, los niños pequeños tragan con todo…) dirección a la colina negra, una de las regiones mas temidas de la tierra de Thirk, pues en lo mas alto de la misma, descansaba el castillo de Wilson Woleker, también conocido como el Duque Negro, quien aquella misma noche, había secuestrado a la princesa Gillian para realizar una oscura ceremonia antes del amanecer y por lo cual, su madre, la emperatriz Mussy III, quien reinaba ya durante largos años sobre el reino, le había solicitado a él, reconocido héroe benefactor, que llevara a cabo su rescate. Por supuesto, Otto el héroe, en toda su bondad, no pudo negarse ante semejante petición y aceptó pese a conocer las dificultades de tan peligrosa empresa.

Es por esto que Otto, vestido con su reluciente armadura dorada, la cual, reposaba sobre un no menos reluciente pijama a rayas blancas y rojas, regalo este, que le fue concedido de manos del mismísimo emperador Tok, después de liberar a su reino, de largos y oscuros años de opresión, a manos de los Goories, una belicosa raza que se había extendido como la peste por aquellas tierras de bien. Dicho pijama, a diferencia de la armadura dorada, que mas allá de su bonita fachada, poco utilidad mas tenía, otorgaba a su portador, la capacidad de entender todas las lenguas habladas y por hablar, de la tierra de Thirk. No terminaba ahí su indumentaria, en la cabeza… Otto en la cabeza llevaba un gorrito de lana rojo con dos simpáticas orejitas que, aparte del uso corriente que se le podía dar, que era calentar la cabezota del hombretón en la fría noche de la tierra de Thirk, tenía la característica añadida de concederle el don de la clarividencia en situaciones de peligro. Sólo había una pequeña norma: el poder de ese gorrito no se podía usar mas de tres veces en tres días consecutivos o quien lo portase quedaría inmovilizado para la eternidad, como una estatua de hielo y sangre, hasta que se rompiera el hechizo bajo el que vivían todos los habitantes de Thirk. Ese hechizo solo se rompería cuando el Duque Negro fuera derrocado y sometido a los designios de la Emperatriz Mussy III, quien, en su asombrosa benevolencia, con toda probabilidad, no le castigaría con la muerte eterna, sino con la muerte viva, un castigo bastante frecuente en el mundo mágico de Thirk. La muerte viva consistía en ser expulsado del reino mágico, en el cual sí contarías como uno mas de sus seres muertos, para ser condenado a vivir en el mundo de la realidad, un terrible mundo en el que las casitas de bizcocho y dulces eran sustituidos por sucio ladrillo, cemento y dolor.
Otto el valiente siempre quiso ser el caballero que subyugara al Duque Negro para devolver a la vida a todas las estatuas humanas que habían caído a lo largo de los muchos milenios de historia de los Thirkis. En esta ocasión, estaba seguro de que lo lograría, porque esta vez ya había conseguido la espada Zott, que según la profecía era la única espada que podía romper las cadenas invisibles con las que Woleken inmovilizaba a sus prisioneros. Otto sabía que era él el elegido, así que no se conformaría con romper esas cadenas, sin duda, él empuñaría a Zott y de un solo tajo cercenaría la cabeza del Duque para luego presentarla ante su majestad Mussy III, quien, con un solo chasquido de dedos proporcionaría un nuevo y decadente cuerpo a Woleken y le condenaría a la muerte viva en aquella lejana tierra de la realidad.
Zott pesaba mucho, era una espada que había sido forjada para una antigua raza bárbara y que Otto consiguió en una ardua pelea con un tal Conan, pero eso es una larga historia, y Otto sentía la pesadez de la espada a cada paso que daba por el caminito de baldosas amarillas. Necesitaba un descanso, todavía estaba a medio camino del castillo oscuro y era primordial que llegara con fuerzas. Indudablemente, sus 150 kilos de felicidad le pedían un poco de comida y bebida, así que tomó un desvío. Abandonó la senda amarilla y profundizó en el bosque, allí, sabía que si pronunciaba ciertas palabras, se abriría una puerta de luz que llevaba a los dominios de los kinkis, una raza de gnomos peludos, famosos por su hospitalidad y por su extrema timidez. Así, Otto se caló un poco mas el gorro rojo de las orejitas y pronunció en alto "gowan,fixt,grissa", y ante él se hizo un luz cegadora que no le permitía abrir los ojos. En ese momento, él ya sabía que las palabras eran correctas. Pocos conocían el secreto para poder atravesar ese inmenso portón, pero por suerte, Otto era uno de los afortunados, así que unió los dedos pulgar e índice de sus dos manos en un círculo y se los puso delante de los ojos como si fueran unas gafitas de carne (en su caso, de carne y grasita, pues los dedos de Otto eran inmensamente rollizos) Aquella era la única manera de evitar que la intensa luz de la puerta te deslumbrara y te cegara para siempre, así que con esas mágicas gafas ya puestas, el valiente Otto pudo por fin abrir los ojos y pasar al otro lado, al mundo de los kinkis, quienes salieron curiosos a recibirle.

Wilson Woleker era un ser mágico extremadamente atractivo. Era alto y espigado como lo había sido su padre, Angus Woleker, tenía el cabello largo y del color de un amanecer rojizo y los ojos mas magnéticos que nunca habían mirado al vacío en la tierra de Thirk. Con un ojo podía ver lo que ocurría a su alrededor, con el otro podía ver el interior  de quien tenía enfrente, por lo cual, ninguno de sus oponentes presentaba un misterio para él, aunque el Duque Negro solía cometer un gran error, que era subestimar a sus adversarios, claro que para él ésa era precisamente la parte mas divertida de la batalla, también la mas peligrosa.
Por supuesto, Woleker era la persona más temida de todo Thrik, todos sus habitantes sabían que él era el tirano mas cruel y despiadado que había caminado por aquellas tierras, mas incluso que su padre Angus, quien por algo se había ganado el apelativo de "la muerte alta"
Woleker tenía a la princesa Gillian en lo alto del castillo, en la torre más inaccesible, atada con unas cadenas invisibles que laceraban sus delicadas muñecas y provocaban heridas de consideración en sus tobillos. Allí la retenía, agónica por la sed, medio desnuda y muerta de miedo, pues bien sabía ella que no era una prisionera cualquiera, ella era la hija de la emperatriz Mussy III y por tanto, heredera al trono en cuanto esa vieja decrépita falleciera. Ella era lo suficientemente inteligente como para saber que el Duque disfrutaría con cada gota de sangre que se la derramara, con cada grito que ella escupiera y con cada lágrima que resbalara por sus mejillas. La princesa Gillian deseaba tanto que un valiente caballero fuera en su búsqueda, la liberara y la devolviera a su antigua vida, que suplicaba y suplicaba al Dios Abbath para que le diera solo un poquito de esperanza. En otras ocasiones, Abbath había hecho caso de sus plegarias y le había concedido lo que ella había necesitado. No era el caso, pues el Duque Negro, había irrumpido como un animal salvaje en la celda de aquella belleza de piel morena y había atentado contra uno de los supremos mandamientos de Thirk, que era no tener conocimiento carnal con sus semejantes, eso solo estaba permitido a los muertos vivos cuando eran desterrados a la tierra de la realidad con sus nuevos cuerpos, con los que podían cometer cualquier clase de aberrante  acto sin que supusiera una ofensa a las normas que la gran Mussy I (tatarabuela de la actual reina de la tierra de Thirk, Mussy III) impusiera en su día. Mussy I había sido la única mujer que había regresado del mundo de la realidad, y había  visto tanta barbarie, degradación y violencia en ese mundo, que desde ese mismo día, prohibió todo tipo de encuentro sexual dentro del feudo de Thirk.
Para el Duque Negro, saltarse las normas era un modo de vida y un desafío en aquellas aburridas tierras, así pues, arrebató a la princesa Gillian de lo único que realmente poseía, su virginidad, y vive dios que se relamió de gusto cuando rompió aquel monárquico himen y se adentró mas en las profundidades del placer. La dulce Gillian lloraba y lloraba porque sabía que aquello no estaba bien, pero Woleken con su ojo izquierdo vio que a ella le había fascinado aquella sensación.
Cuando el Duque salió del interior de Gillian y de la celda, lanzó un beso al aire y exclamó: "sin duda, la heredera de Thirk es deliciosa". Lo que él no sabía era que el caballero Otto, Otto el valiente, Otto le salvador, estaba enamorado de la princesa Gillian desde el primer día que había pisado Thirk.Sin duda, se avecinaba el mayor duelo que nunca había habido en esas mágicas tierras, en cuento Otto se enterara de lo que había sucedido en aquel oscuro torreón el destino del Duque estaba escrito.

Pero no penséis ni por un momento que el Duque dejaba nada al azar, todo lo que hacía tenía un propósito, todos sus actos, una razón de ser. Algo se movía en las profundidades del castillo, unos pasos acelerados, rompían el silencio que tanto amaba Woleken y que tanto respetaban las criaturas que allí vivían para servirle. Una de estas criaturas, un pequeño Tolin (alimañas surgidas del pantano del olvido que eventualmente, eran invocadas por brujos y hechiceros de dudosa moralidad, para servirles de esclavos), con la clásica y tradicional fisonomía de estos, es decir, algo mas grandes que un hobbit, con mucha mala leche y un aspecto, por lo general, bastante menos agraciado, vamos, un bicho feo de cojones. Este Tolin, en particular, tenía nombre, algo poco usual entre los de su raza, pues sus dueños, siquiera se preocupaban de bautizarlos con semejante banalidad, pues tan solo eran vistos por estos, como meras herramientas de usar y tirar. No el caso de Volodrio, el Tolin favorito de Woleken, quien dentro de toda su maldad y perversidad y ayudado por el paso de los siglos, le había incluso cogido cierto apego y le había regalado un nombre. Ya conocéis a Volodrio, pero aun no lo que le había mandado hacer el Duque y aquello por lo cual subía las escaleras de la torre con semejante frenesí dirección a la mazmorra de la princesa Gillian. Yo os lo voy a contar.

Entre suspiros, lamentos y risas (los Tolin eran seres muy contradictorios), Volodrio llegó exhausto a la celda de Gillian, la cual lloraba, encadenada por las muñecas, después de haber sido violada por el Duque. Volodrio se acercó a ella portando en su mano un pequeño recipiente, una preciosa urna muy ornamentada, sin duda, de uso ceremonial. La depositó cuidadosamente en el frío y sucio suelo de la celda y sin quitarle ojo de encima a los voluptuosos pechos de Gillian, por encima de los cuales se deslizaba la saliba que a esta aun le chorreaba de la boca, prueba inequívoca que más allá de la humillación y el dolor que le había supuesto el inmoral acto de Wokelen, había disfrutado cada segundo, cada arremetida, cada aliento del brujo sobre su cuerpo. Volodrio se acercó más y entre lloriqueos, se acercó a sus pechos húmedos y deslizó su lengua peluda y pútrida (el hedor de los Tolin era por todos conocido) sobre ellos repetidamente y de forma lasciva, excitando de tal forma a la princesa que esta no pudo mas que morderse los labios con fuerza hasta hacerlos sangrar para intentar disimular con dolor, todo el placer que estaba sintiendo. El Tolin, ayudándose de las enormes tetas de Gillian, cogió impulso y saltó hacia arriba, introduciendo su lengua en la sangrante boca de la princesa, quien pese a la aparente repulsión del acto, no hizo excesivos ascos a juguetear con aquella pequeña y diabólico criatura, quien incluso se vio sorprendida al sentir la pasión de la mujer en su propia boca. Como buen y contradictorio Tolin, este se retiró de la hembra de forma brusca entre insultos y reproches en su extraño lenguaje para proseguir con la tarea que le había otorgado su amo.

Volodrio separó las piernas de Gillian y posteriormente los labios de su vagina con sus deditos largos, finos y peludos, colocando debajo, la urna para que el semen del Duque, mezclado con los flujos de la mujer y su virginal sangre, cayeran en su interior. Luego, abandonó la celda y corrió entre risas hacía los aposentos de Woleken,  quien le esperaba observando el firmamento de Thirk desde los privilegiados ventanales de la estancia.

El Tolin se acercó y mirando hacia el suelo, levantó los brazos ofreciéndole la urna. Woleken la cogió con ambas manos y sin mediar palabra, depositó el contenido sobre una nueva urna, esta mas grande y mas ornamentada, mezclando los fluidos con el agua que había en su interior. Volodrio recogió la urna pequeña y salió corriendo de la habitación mientras con su lengua peluda, larga y afilada, intentaba rebañar los restos del recipiente.

Woleken se acercó a la urna y colocó sus manos sobre ella recitando versos y conjuros en la antigua lengua de los pobladores, antigua y diabólica raza que reinó en Thirk en sus principios y a los que el Duque pretendía traer de vuelta sacrificando a la joven princesa heredera del trono, justo con el primer rayo de luz del amanecer, el último amanecer de Thirk. El líquido comenzó a agitarse, a espumear y a brillar con una intensa luz verde, momento en el que Woleker, introdujo la cabeza dentro. ¿Por qué hizo tal cosa os preguntaréis? Fácil. Aquel mágico utensilio, tenía la capacidad, previo ancestral ritual, de otorgar el don de la visión, el don de la verdad universal, el don de la clarividencia. Así fue como el Duque pudo ver a Otto, el héroe enviado por la emperatriz para rescatar a su querida hija, allí estaba él, con su gorrito de lana, su pijama de rayas y su dorada armadura, haciendo un pequeño alto en su camino rodeado de Kinkis.

-¿Así que tu eres el elegido? Aquel que ha de privarme de traer de vuelta de la tierra de la realidad a mis señores los Pobladores… bien, interesante. Veamos que tan bueno eres y cuan cierta es la fama que te precede o gran Otto el hombretón. Tras decir estas palabras, y aun sumergido en los fluidos, Woleken pronunció un nuevo conjuro, su voz, profunda y penetrante, recorrió toda la tierra de Thirk, llegando a los lugares mas oscuros, los rincones mas inhóspitos y finalmente, a los oídos mas temidos, los oídos de la mismísima muerte, los oídos del Ligre, ancestral criatura mitad tigre mitad león, creada en su día a partir de un pedacito de carne de un Poblador y herramienta que estos, utilizaron antaño para sembrar el terror entre las buenas gentes y ejecutar sus deseos. Este, el último Ligre, último vestigio vivo de sus amos, estaba ahora al servicio del Duque Negro y, saliendo de las profundidades del oscuro abismo en el que dormía, se dirigió raudo y veloz, en busca de su presa tal y como su amo había ordenado, en busca de Otto. A sus pasos, la risa del Duque, en jodido Dolby Surround, resonaba en toda la tierra de Thirk, incluso debajo del gorrito de lana, en la cabecita de Otto, quien miró al cielo arrugando los ojos y frunciendo el ceño. –Bah! Imaginaciones mías- pensó.

Mientras tanto, nuestro querido, estimado y adorado héroe, no daba crédito a la cálida bienvenida que le habían regalado los Kinkis, quienes rodeaban al grandullón a su paso hacia la choza de Borook, rey de los Kinkis y viejo amigo suyo. Tendríais que haber visto como bailaban, como reían, como tocaban sus flautitas los Kinkis, cuanta felicidad por la llegada del hombretón, quien andaba orgulloso disparando besos (alguna que otra colleja, también) a diestro y siniestro a todo aquel que se cruzaba a su paso, a algunos, los mas afortunados, incluso los cogía en brazos y les lamía su adorable carita de Kinki, su adorable carita pintada de blanco con ritualísticos detalles en elegante negro. Les lamía, les besaba, les acariciaba. Ellos, lo adoraban, lo musicaban, lo amaban. Al llegar a la choza de Borook, este, sin mediar tampoco palabra y sentado en su trono de madera, le señaló con el dedo una enorme mesa llena de manjares, llena de dulces de todo tipo, de todas las clases, de todos los colores. Otto lo correspondió con una mirada de eterna gratitud y levantó su dedo pulgar hacia arriba en símbolo de aprobación, tras lo cual se liberó de sus atuendos y se abalanzó sobre la mesa para hacer el amor con todas aquellas golosinas. – No cambiarás nunca, amigo mío- sentenció Borook con tono amigable mientras oscilaba la cabeza de derecha a izquierda y se rascaba la sien.

Minutos mas tarde, cuando Otto ya se había saciado, incluso tapado sus vergüenzas. El rey le preguntó:

-Dime viejo amigo, ¿Qué te trae por aquí?
-Voy camino de la colina negra, la princesa Gillian ha sido raptada por Wilson Woleken- contestó Otto cambiando el semblante.
-Esa es una misión muy peligrosa, imposible dirían algunos… lo siento, pero no puedo ayudarte, ya sabes que los Kinkis no somos una raza guerrera, no duraríamos ni tres segundo ahí fuera, mucho menos, camino a la colina negra.
-Lo se Borook, jamás te lo pediría, jamás te pondría en un compromiso, solo quería saludarte, quien sabe si esta será la última vez que nos vemos… no se si regresaré de esta aventura.-

Borook agachó la cabeza con el rostro triste. Para volver a levantarla y mirar a Otto. –Lo único que puedo hacer por ti, mi querido amigo, es entregarte esto-
A lo cual el monarca, sacó del interior de su regazo, una pequeña bolsita de piel que entregó al hombretón. -¿Qué es?- preguntó este. – Son testículos de Kinki, cómelos, saboréalos y por unos instantes, podrás caminar sobre las aguas, te serán muy útiles para llegar al castillo de Woleken, pues como sabrás mi estimado amigo, para llegar a la colina negra, tienes que sortear el pantano del olvido, lugar muy poco recomendable para cruzar a nado.-

-Gracias majestad, su hospitalidad cristiana y las pelotillas de su gente, son mucho mas regalo del que podía esperar.- Dijo Otto instantes antes de partir.

Así fue como Otto abandonó la acogedora y festiva tierra de los Kinkis,con la barriguita llena, la bolsa de las gónadas mágicas, la espada Zott y las ideas claras.
Volvió al camino de baldosas amarillas y partió veloz hacia el lago del olvido. Cuando ya estaba llegando, se encontró con un Tolin, quien con toda probabilidad había intentado escapar del castillo oscuro
-Pequeño Tolin, dime ¿cuantos minulitos faltan para el amanecer ?-preguntó Otto a aquel ser, intentando ocultar su repulsión ante la fealdad que tenía delante.
Tengo que aclarar que en el mundo mágico de Thrirk, todo se medía en minulitos, una extraña medida temporal que no tenía ninguna explicación lógica en el mundo de la realidad.
-No lo se, señor- respondió el Tolin dando vueltas sobre sí mismo sin ningún propósito concreto.
-Al menos dime si has estado en el castillo oscuro en el día en el que estamos- insistía Otto, el caballero
-No lo se señor- fue la única respuesta que salió de la repugnante boca del Tolin, de la que rebosaba una lengua peluda y salivante.
No había duda, aquel Tolin con toda seguridad había escapado de la tiranía del Duque Negro y había intentado abandonar el castillo oscuro.Lo mas seguro es que en su huída hubiera caído en el lago del olvido. Los Tolin son seres extremadamente perseverantes en sus empresas, pero tienen muy mala leche, y eso les hace tener poca paciencia, y cuando la mente se impacienta, se toman decisiones equivocadas. En este caso, intentar atravesar el lago a nado, creyendo que si no piensas en nada mientras nadas y nadas, el lago no podría arrebatarte ningún recuerdo, había sido la peor decisión de toda la vida de aquel pobre Tolin. ¡Qué ingenuos llegaban a ser a veces los habitantes de la tierra de Thrirk!, ese lago era capaz de arrebatarte hasta el recuerdo de lo que hubieras hecho un minulito antes con que solo te salpicara una gota.
Otto comprendió que era absurdo seguir interrogando a un Tolin sin recuerdos, y por tanto sin memoria, así que decidió proseguir su camino
-Adios Tolin, suerte en la vida...- dijo Otto sin mirar atrás
-No lo se señor...

No tuvo que caminar mucho más, cuando vio el primer reflejo del lago. Sólo unas cuantas zancadas mas y llegaría a su orilla.
Una vez allí, pudo ver la inmensidad de un lago alimentado de todos los recuerdos buenos y malos de los Thirkis, un lago en calma, un lago eterno, un lago sin piedad, un lago, que en parte le recordaba a un lugar llamado Sunshine, y aquello era extraño, pues ése era el lago del olvido.
Por supuesto, la única manera de llegar a la otra orilla, que era donde se encontraba el castillo oscuro, era a nado, pues nunca nadie se había atrevido a proponer que se construyera un puente hasta allí, o fletar   una barquita en esas aguas, de sobra sabían que, de haber sido así, los que moraban el castillo habrían despedazado literalmente a quien hubiera osado realizar tal hazaña.
Así fue como Otto sacó la bolsa que le había obsequiado Borook, y se tragó dos bolitas de carne y vida. No notó nada especial, así que comenzar a andar por aquel lago, le pareció como jugar a la ruleta rusa, un mal disparo y olvidaría todo lo que había conocido. Fue por eso que el gran Otto decidió usar el poder del gorrito de lana rojo, no porque desconfiara de un amigo, sino porque simplemente, jijijiji, prefería asegurarse.
Se colocó el gorro en la cabezota,las orejillas en su sitio, cerró los ojos y se vio a sí mismo caminando por las aguas. Aquella visión le fascinó tanto, que sin pensárselo dos veces echó a andar, primer pasito y notó que el agua se ponía dura, su flautita de los deseos también (la maravillosa flautita de los deseos era como él se refería a su desproporcionada polla en la tierra de Thirk). Con su mano derecha agarró esa flauta juguetona y empezó a correr sobre el agua, y ahhhhhh, aquella sensación fue tan intensa, que le embriagó totalmente, tanto que dejó de mirar al frente y no vio venir a un feroz ligre con las fauces listas para atacar (los ligres tenían la cualidad de poder caminar sobre agua y fuego, incluso había leyendas que aseguraban que se les había visto volar). Cuando Otto se dio cuenta de la presencia del ligre, ya era tarde, pues éste le había empujado con su gran cabeza de león y había hecho que Otto perdiera el equilibrio y cayera al agua-suelo. Lo que no contaba el ligre es que Otto, lo que tenía de gordito, lo tenía de ágil, así que practicamente sin tener que impulsarse, se puso de nuevo en pie y corrió veloz al encuentro de la criatura mitad león mitad tigre.
Los embites de ambos eran de una fuerza salvaje, el ligre usaba colmillos y garras, Otto se valía de sus manos desnudas y de su fuerza sobrehumana. Y así, golpe a golpe, las pelea terminó por cansar a Otto, quien decidió que ya era hora de dejar de jugar, por lo que cogió con fuerza la empuñadura de la espada Zott e hizo un buen tajo en el lomo del ligre, quien aullaba como un perro y se revolvía como una serpiente. Otto no quería matar a aquel legendario animal, solo quería proseguir su camino, así que hizo lo mas inteligente que podía hacer en esos momentos, clavó a Zott en aquel agua dura y trazó un círculo donde el agua volvió a ser agua y de un manotazo empujó al ligre al fondo, quien cuando salió a la superficie para respirar, ya había olvidado por qué había ido al lago, quien era Otto y Wilson Woleker y qué hacía mojado, así que simplemente siguió nadando y chapoteando.
Otto terminó de caminar por las aguas y llegó a la orilla del mal, ante él, el castillo oscuro. Se quitó el gorrito rojo y cuando se disponía a entrar, una voz por la espalda:
-¿Por qué estás aquí Otto?
Cuando se volvió para ver quien hablaba, Otto se quedó helado, parecía muerto, pues a su lado se encontraba el mayor hechicero de todo Thirk, allí estaba el padre Tomás. Otto solo puedo responder:
- He venido a hacer lo que tengo que hacer. Yo soy el elegido.

- ¡!Por las barbas de Abbath!! Eso ha sido grandioso, que clase, que estilo, con que facilidad y todo sea dicho, plasticidad, te has librado de una de las criaturas mas temibles que hayan pisado nunca esta santa tierra… no cabe duda de que cumples todos los requisitos para ser un “elegido”, aunque el tema de la apariencia tienes que trabajarlo amigo, que ese pijama a rayas que me llevas, no creo que vaya a quedar muy bien en los grabados en piedra que dentro de unos cuantos lustros, conmemorarán tus hazañas… bueno, sabrás quien soy, ¿supongo?, le soltó la enigmática y espigada figura mientras se acariciaba uno de sus afilados bigotes.

Otto se rascó la frente y puso morritos seculitos (sesenta de estos, hacían un minulito, por supuesto) antes de aseverar: - pues no tengo ni repajolera idea, pero estás para comerte.

El padre Tomás dibujó una inmensa sonrisa en su rostro y uno de sus perfectos dientes brilló con luz cegadora. –Además de madera de héroe, veo que tienes un paladar exquisito para los hombres. Déjame que me presente pues. Soy Tomás Gutierrez de Alejandría, párroco, cazador de criaturas maléficas, exorcista, hechicero, granuja y chapero eventual, aunque mis amigos y enemigos me conocen como El Padre Tomás y, ahora mismo, la mayor pregunta que tengo para ti, es, ¿Por qué me estás apuntando con tu enorme polla? ¿Acaso no sabes que a esas las carga el diablo?

-jijijiji!!! Lo siento padre.- Se excusó Otto justo antes de guardarse la flautita de los deseos debajo del pijama.

-Cuéntame entonces qué te ha traído a esta tierra de maldad. Preguntó Tomás.
Otto le contó toda la historia con pelos y señales mientras no dejaba de admirar ni por un segundo la estampa de aquel personaje. Un tipo alto, delgado (enclenque dirían algunos, fibrado, dirían otros), vestido de elegante cuero negro ajustado que abrazaba todo su cuerpo con una elegancia inusual. En su cabeza, un sombrero de corsario, los ojos, pintados de negro, larga y afilada nariz, también la barbilla, del extremo de la cual y debajo del citado bigote, descansaba una perfectamente trabajada perilla que le llegaba a la altura del pecho dibujando sugerentes formas. Los pies eran sin duda, la parte más extravagante de su indumentaria, pues descansaban sobre unas llamativas bambas blancas sin ningún tipo de ornamentación.

- Muy noble empresa la tuya, Otto el héroe. Yo estoy aquí por menesteres digamos… algo mas mercantiles. He sido contratado para dar caza a una terrible criatura que habita estos bosques, los que rodean la colina negra y lugar de inevitable paso para cualquiera que intente llegar al castillo. Estamos hablando de Lupus, el mayor y mas feroz licántropo que se recuerda por estas tierras. Este, no suele abandonar su hábitat muy a menudo, dicen las malas lenguas (uummmhhh, me encantan las malas lenguas) que el Duque Negro lo tiene esclavizado y que no tiene permiso para alejarse de la colina negra, pero de vez en cuando, presa de su voraz apetito y teniendo en cuenta la escasez de turismo por estos recónditos lares, mediante un pasaje secreto que tan solo él conoce, se adentra en los bosques de las zonas vecinas en busca de presas. La última de sus cacerías se produjo hace poco mas de unos días, cuando se topó con una anciana y siete niños que paseaban por el bosque, los devoró a todos… bueno, a la vieja la encontraron sodomizada con un inmenso tronco clavado en su hasta ese instante, virginal culo. Precisamente, son los dirigentes de esta bonita población fronteriza, quienes me han contratado para terminar con la bestia. Podemos hacer camino juntos por el momento, pues ambos, vamos en la misma dirección.- Por supuesto, a Otto le encantó la idea de viajar al lado de aquel apuesto caballero, “¿Quién sabe si hoy va a sonar la flauta?” pensó.

Así fue como se cruzó el destino de los dos, quienes sin mas divagación, se adentraron en el oscuro bosque al tiempo que caía con fuerza la noche sobre Thirk. Lejos de allí, en lo alto del castillo, la derrota del Ligre no había pasado desapercibida para el Duque Negro, conectado telepáticamente con todas y cada una de las criaturas que le servían. Por ello, maldecía en voz alta la tierra de Thirk y a todos sus habitantes mientras blandía al cielo su copa de leche de soja, marca Shark. –Me las pagarás Otto, ¿de verdad crees que el Ligre era mi único aliado?¿Mi única herramienta? No me subestimes maldita bola de grasa, pues ten por seguro que estarás muerto antes del amanecer y que yo, seré soberano de toda esta podrida tierra- Woleker volvió a conjurar con su maléfica palabrería a los cuatro vientos: “Spiruka”, “Trenraznur”, “Skinny”, “Poppy”!!!! trás la cual, se escuchó un terrible aullido proveniente de las profundidades del bosque, grito estremecedor que habría encogido el mismísimo culillo de Abbath allá en su trono de hielo. No pasó este desapercibido para nuestros héroes, quienes corrían raudos entre la espesura, desgarrando las entrañas de la madre naturaleza.

Tendríais que haber visto como corría Otto, con que velocidad, con que gracia, con que mérito, no solo por sus 150 kilos de felicidad, también por el descomunal peso de la espada Zott. Tomás por eso, no le perdía la pista y le seguía de cerca, muy picado por la asombrosa capacidad de su compañero, pues a Tomás, no le gustaba perder ni a las cartas, tendríais que haberle visto también la que liaba cuando perdía jugando al Remigio, si se daba ese caso, era mucho mejor no andar cerca. Muy mal perder, si señor. Corrían raudos ambos hasta que de repente Otto frenó en seco, Tomás, frenó cuando sin apenas tiempo de reacción, fue a parar con su afilada nariz contra el culo de Otto. – Por el ojete de Abbath!!, ¿por qué te paras?¿Que pasa?- preguntó el hechicero.
- ssshhhhhhh, no hagas ruido, la bestia está cerca, he escuchado algo… he sentido algo.- Justo terminaron estas palabras, estos susurros, que un pequeño matorral comenzó a moverse ante ellos de forma muy sospechosa. Otto desenfundó la espada, Tomás hizo cuernos con sus manos y se abrió de piernas (posición previa al lanzamiento de un hechizo, por si alguien tenía dudas) y los dos, clavaron sus ojos en el susodicho arbustillo, el cual, seguía agitándose, cada vez con mas fuerza, hasta que algo emergió de él y corrió hacia los héroes… -Aaaaahhhhh!!!!!- gritaron estos. –Por Mussy!!!- dijo Otto blandiendo la espada- Por mis cojones!!- exclamó Tomás amenazante mientras las puntas de sus dedos prendían en llamas… pero la amenaza no era tal, lo que salió del arbusto no era un monstruo, no era el gran licántropo, tan solo una pequeña niña asustada que corrió a abrazarse a Otto. Esta tenía la cara sucia y las ropas rasgadas. Se agarraba con fuerza al muslo de nuestro hombre. -¿Quién eres pequeña?¿Que haces aquí?- le preguntó con gentileza mientras se agachaba a su altura y le acariciaba los brazos con sus grandes manos. –Me llamo Rebeca. El lobo malo me trajo aquí hace unos días después de matar a todos mis amigos y a la abuela…

- No te preocupes pequeña, ya estás a salvo, nosotros te llevaremos a casa.- la tranquilizó el grandullón mientras se guardaba la espada. – Ven conmigo- le dijo Tomás- yo te cuidaré por el momento, me encantan los niños y yo, les encanto a ellos (no olvidemos la naturaleza religiosa del padre)- añadió este mientras desnudaba a la niña con la mirada. –ven, te llevaré en brazos… Aaaaaaauuuuuuuuuu!!!!! Se escuchó muy cerca. Tembló la tierra, temblaron los árboles, temblaron los héroes. De repente emergió la bestia de las profundidades de la noche, plantándose ante ellos con sus grandes y penetrantes ojos rojos, sus descomunales fauces y su desproporcionada verga.

El tiempo se detuvo entonces,ya no había seculitos, minulitos y horalitas, solo el destino regía el espacio y la inmensidad de lo inmediato. Otto y el Padre Tomás no tenían duda, aquella impresionante silueta negra era Lupus, el temido Lupus, la pequeña Rebeca intentaba arrastrar hacia atrás a nuestros héroes y Tomás, con su larga pierna la empujó hacia el matorral de nuevo.
Lupus era el ser mas monstruoso que jamás había visto Otto y dudó, dudó de sí mismo, y pensó en la decepción de la reina Mussy III si no le traía a su adorada hija Gillian.
Allí estaba, el mismísimo Lupus con su imponente silueta, la silueta del licántropo mas grande y sexy que nunca habían visto los curiosos ojos del padre Tomás.
Lupus se erguía sobre sus dos patas traseras para mostrar un falo de tal envergadura, que los allí presentes lo que mostraron fue una mezcla de asombro, temor y deseo. Sin duda aquel arma mortífera proporcionaba una clase y un estilo a Lupus nunca antes visto por Thirk.
Su pelaje era negro azulado, se le intuía suave (sin duda, Lupus era una lobo coqueto y sabía cómo sacarse partido), sus ojos eran preciosos, de un rojo intenso y con forma de almendra, como las almendras salvajes que crecían en los almendrustros de Thirk ( los almendrustros eran mitad almendros, mitad arbustos, cuyo fruto- las almendras salvajes- poseían la propiedad de que una sola de ellas podía alimentar a un ejército completo) Pues como digo, sus ojos tenían la forma de estas apreciadas almendras, incluso puedo decir esos ojos eran mas bonitos que los de los ligres (a quienes sus atractivos ojos de tigre, conferían el título de uno de los animales mágicos mas bellos de la tierra de Thirk)
En su descripción no me puedo olvidar de unas fauces tan inmensas y afiladas, que eran capaces de desgarrar la carne y el hueso con solo rozarlas. Su hocico era muy sensual, algo que no se le pasó por alto al padre Tomás, quien últimamente había dedicado sus horalitas de asueto a practicar la zoofilia en los límites de Summonia, una comarca de lujuria y pecado, donde todo estaba permitido. Aquella era una zona neutral donde la ley de Mussy I nunca había sido promulgada. Summonia no tenía leyes, ni siquiera las suyas propias, tampoco tomaba parte de las guerras internas que se producían en Thirk, simplemente era una zona de vicio para algunos y reflexión para otros. Ni que decir tiene  que el padre Tomás, se había postulado para alcalde de esa comarca en incontables ocasiones, sin éxito, por supuesto.
La última "aventurilla" del Padre tomás, quien estaba ya harto de kinkis, doncellas que soñaban con convertirse en princesas y algún que otro Tolin, había sido un ligre bien pequeño que le había abierto las puertas del placer y del conocimiento de las múltiples posibilidades de las fauces de los mágicos animales que habitaban Thirk. Y el padre Tomás había entrado por aquella puerta, vaya si había entrado...
Volviendo a Lupus no se me puede pasar por alto mencionar la descomunal verga que se gastaba, tan bien puesta, tan irresistible, tan letal...Otto el valiente salivaba ante la presencia de Lupus, Lupus salivaba ante la presencia de los dos humanos que tenía delante y el padre Tomás hubiera salivado hasta por el musgo del campo, pues llevaba ya varias lunas inmerso en una abstinencia no deseada y necesitaba ya descargar sus pelotitas de carne y vida. Daba igual que aquello estuviera prohibido en Thirk, Tomás tenía la intención de violar a conciencia a aquel armonioso animal y luego darle muerte para presentarlo ante quienes le habían contratado y así cobrar la recompensa. "¿No es la vida un regalo?" se preguntaba mientras abría las piernas para seguidamente  poner la posición mágica de los cuernos con los dedos.
La batalla se presentaba cruenta, pero allí todos eran unos valientes, así que por Mussy, por sus cojones y por mandato del Duque Negro, comenzó la contienda.
El primero en atacar fue Otto, quien blandía a Zott con tal maestría que hubiera merecido una fuerte ovación, el padre Tomás echaba fuego por los dedos y hacía conjuros para parar los golpes de Lupus, quien hacía de sus partes íntimas, sus mayores aliadas.
Lupus era muy listo y de vez en cuando lanzaba pequeños chorros de semen a los ojos de Otto, sabedor de lo que escocía y despistaba aquello. El fuego del padre Tomás no era suficiente y Zott no había conseguido ni siquiera hacer un rasguño a Lupus, quien estaba disfrutando como nunca con la pelea
-Tendremos que unirnos si queremos acabar con él- gritaba Otto a Tomás haciendo mil movimientos para contener a aquella bestia parda.
-¿Qué propones, amigo?- preguntó a su vez Tomás
-Necesito que me cubras un momento, voy a utilizar la magia del gorrito rojo
Acto seguido, el brujo-sacerdote lanzó un hechizo que paraba el tiempo unos seculitos, tiempo en el cual Otto podría ponerse el gorro, como así sucedió.
Otto vio el final de la batalla y sonrió. Se acercó raudo hasta Tomás y rápidamente le contó lo que había visto.
Los golpes y sacudidas de polla eran incesantes, aquello habría podido hasta con el mismísimo Giman, el hombre mas fuerte de todo el reino mágico, de quien se rumoreaba que había abierto una tienda de mascotas en el mismo centro de Thirk y que se había forrado, convirtiéndose así en un snob.
Lupus aprovechó la fugaz reunión de sus dos contendientes para saltar al arbusto y comerse de un solo bocado a la pequeña e indefensa Rebequita, qué boca mas grande tienes Lupus...es para comerte mejor...ñam ñam
Aquello pilló por sorpresa a Otto, quien se lamentó de la pérdida de la niñita, algo había en ella que extrañamente le recordaba a otro angelito llamado Eva, con quien soñaba incesantemente.
Tenían que llevar a cabo su plan de manera inmediata y así fue como el padre Tomás en un salto digno del mas hábil ninja, se amorró a la tranca de Lupus y empezó a succionar
-Tienes que sacarle toda la esencia vital, eso es lo que he visto, sólo así podremos derrotarle- le gritaba Otto
Lupus convulsionaba (Tomás convulsionaba más), y los ojos se le iban apagando, habían descubierto su secreto, maldito gorro!!
Aquella operación apenas duró unos minulitos y la transformación de Lupus no se hizo esperar. De repente Lupus cayó al suelo y al abrir los ojos vio que todo había acabado. Lo que vio fue a dos hombres enfrente de él con los ojos como platos, que se daban codazos el uno al otro, y miró su cuerpo, Lupus había vuelto a ser un hombre, el hechizo de Woleker había desaparecido, sabía que aquello traería consecuencias inmediatas, sabía que ya no era temido por nadie, sabía que ya estaba muerto, sabía taaantas cosas que en realidad no sabía nada, pero disfrutó de esos instantes como si fuera el hombre mas feliz del universo.
No dijo una palabra, Otto y Tomás tampoco, solo había silencio y confusión y Otto sin pensárselo, cortó la cabeza de aquel hombre con su espada y se la entregó a Tomás
-Padre Tomás, ve a buscar ya tu recompensa
-No amigo, así ya no me sirve de nada- Dijo Tomás contrariado- ahora sólo hay un hombre en mi cabeza, el maldito Wilson Woleker quien me hizo creer que Lupus era una leyenda por estos lares, quien me hizo crecer con la única misión en la vida de conocer a este ser y acabar con él, y todo era una fraudulento hechizo...ésto no queda así, por mis cojones que ésto no queda así. Te acompañaré al castillo oscuro, amigo Otto
De repente un trueno ensordecedor y en el cielo dos ojos que miraban a los dos recién nombrados socios de aventuras.
-Oye Otto, ¿crees que si le abrimos la panza a este hombre encontraremos a la niñita?

Otto ni se dignó a contestar, cogió con fuerza a Zott y con lágrimas en los ojos se acercó al cuerpo decapitado de Lupus y le rajó el estómago con la esperanza de poder aun, rescatar con vida a la muchacha. Una vez seccionado el vientre del cadáver, soltó la espada, se arrodilló y con sus heroicas y enormes manos separó la carne, rebuscó entre las entrañas… -¡sácala Otto, sácala!!- le gritaba desesperado Tomás mientras bailaba con su sombra. – no la encuentro padre, no la encuentro…- la niña no, tonto, la flautilla, la flautilla…- le replicó este entre gemidos de placer y ahogándose lentamente en su propio eco.

Otto se giró hacia él sorprendido, pero Tomás había desaparecido, volvió de nuevo su mirada hacia el cuerpo de Lupus, pero él tampoco estaba ya allí. En su lugar, Otto hurgaba en los intestinos de un ciervo decapitado que yacía frío sobre la gélida maleza del bosque a aquellas altas horas de la madruga, cuando la noche ya agonizaba entre sus propios vómitos de sangre, esperando que los rayos de su enamorado imposible, apaciguase su sufrimiento con sus cálidos brazos. Otto sacó las manos del cadáver del animal, la sangre le llegaba hasta los codos y ni rastro quedaba de la armadura dorada, el pijama de rayas o el gorrito de lana. Ni rastro de Otto el héroe. El grandullón se pasó la lengua por uno de sus brazos y se excitó tanto que deseó devorar aquel trozo de carne en aquel mismo instante, pues no había recuperado la cordura, para recuperar algo, antes se debe haber tenido, pero si el apetito. Otto estaba de nuevo en Sunshine y sin duda, la zorra del destino estaría muy complacida por ello, tanto que seguramente se masturbaba en aquel mismo instante en algún oscuro rinconcito de la creación al sentir que había recuperado un pedacito de su oscura alma.

Pero no quedaba tiempo para el placer, aquello era una visita de negocios y, pese a la desnudez de su brillante calva, el grandullón era bien consciente de la situación, era bien sabedor que el aliento de Cronos sobre su cogote, era más afilado que mil agujas y así lo sentía. Recogió el cuchillo del suelo y recorrió los escasos metros que le separaban de la única luz que entreabría los ojos en medio de toda aquella oscuridad, como un faro que guía a los navíos cuando las estrellas dejan de dar su cobijo. Era la luz que escapaba del interior de la cabaña de Wilson, la clásica cabaña de madera de las películas. Otto se acercó a una de las ventanas y frotando con su ensangrentada mano el cristal, empañado por el despiadado frío que jugueteaba por el lugar, pudo ver el interior de la casa. Pudo ver como Wilson, dormía en una vieja mecedora de madera delante de un más viejo aun televisor. A sus pies, tres botellas de Shark, seguramente, vacías. También, una escopeta reglamentaria de la policía local. Otto rondó un poco más por el exterior, lo suficiente para acercarse a la ventana contigua, la que daba al dormitorio de la casa y allí, es donde vio a Rebeca, desnuda, con un antifaz negro en la cara que le tapaba los ojos y atada boca arriba, de pies y manos a la cama, con las piernas abiertas en forma de sugerente “v” de violación.

Otto abrió la ventana con suma delicadeza para no despertar a Wilson y entró en la habitación para acercarse hasta la cama y comprobar como el cuerpo de la agente Gillian estaba cubierto de semen reseco. Su piel, su pelo, su alma, todo impregnado de la esencia vital del degenerado que dormía como un angelito a escasos dos metros en la sala de al lado. Otto se acercó a Rebeca y la besó en la mejilla, acto suficiente para que esta despertase de su auto inflingido letargo y suplicase con las pocas fuerzas que le quedaban:

- No por favor, no más, no más, por favor te lo suplico….

-Tranquila señorita, yo no soy el malo, he venido a rescatarla. Fue terminar estas palabras y escuchar un gruñido a su espalda. Era un perro, un perro negro y peludo de afilada lengua y válgame dios que también, afilados colmillos, que observaba amenazante al grandullón. -¿Qué está pasando ahí?- preguntó con voz ebria Wilson desde su cuna- cállate ya maldito chucho pulgoso o tendré que darte una buena paliza.- Y vaya si se calló, no por propia voluntad eso está claro, sino por que el grandullón clavó su cuchillo en medio de los ojos de la bestia con tal velocidad y con tal precisión, que esta, no tuvo tiempo ni de despedirse de este mundo con la habitual banda sonora de dolor con la cual los canes, musican su sufrimiento. Despegó la herramienta del cráneo y agarró el cuerpo para lanzarlo hacia la sala. Esto, por supuesto, alertó al sargento Wilson, la visión de su mascota muerta, era señal inequívoca, de que algo no iba bien. Se agachó y echó mano de la escopeta justo antes de levantarse sobre sus gastadas rodillas y entrar como una bestia en la habitación con ganas de hacer justicia. Allí lo vio, plantado ante él con su enorme cuchillo en la mano. Wilson le preguntó quien era y que diablos estaba haciendo en su casa. Imaginaos la cara de sorpresa del sargento al escuchar las explicaciones del gordinflón, quien le contó sus motivos con pelos y señales, siempre fiel a la verdad, como buen cristiano. –Eres un puto gordo chiflado- le sentenció Wilson instantes antes de repetirle por última vez, que arrojase el cuchillo y se pusiera de rodillas en el suelo. Ni que decir tiene, que Otto no estaba muy por la labor de satisfacer las condiciones del agente y no vaciló un instante cuando  arremetió contra él con su desfigurada cara de monstruo hambriento. Bang! Sonó la escopeta de Wilson, quien de un menos certero de lo habitual disparo, condicionado sin duda alguna por las gran ingesta de alcohol minulitos antes, no le acertó de pleno (y eso que era un blanco fácil), pero si consiguió minimizar el impacto de su envite, volándole la mano que sujetaba el cuchillo, la estalló en mil pedazos al tiempo que Otto caía redondo contra el suelo con evidentes signos de dolor en su mueca.

Wilson recargo la escopeta mientras no le quitaba ojo y se dispuso a terminar el trabajo. – Hoy amanecerá un loco menos en Sunshine, los habitantes de este pueblo me deben mucho mas de lo que piensan, no tienen ni puta idea de lo duro que es ser policía en este pedazo de infierno, no tienen ni puta idea…- puso el cañón de la escopeta en la cabeza de Otto y se dispuso a acariciar el gatillo e invitar a la muerte a un vaso de whisky de importación. Pero no pudo, la agente Gillian, quien había sido liberada de sus ataduras por Otto, antes de que Woleken… quiero decir, Wilson, entrase en la habitación, le rajó el cuello a su compañero y violador con el cuchillo de su salvador, quitándole la vida al instante. Cuerpo y escopeta se precipitaron al abismo. Luego, se alejó de Otto y señalándole con el cuchillo, le amenazó para que no la siguiera. – No quiero hacerle daño señorita- le dijo él mientras se reincorporaba al tiempo que se apretaba con fuerza el brazo seccionado.

- Aléjate de mi, monstruo. No des un paso más. ¿Qué le has hecho al agente Brackett? ¡Contesta!

Otto sonrió. –Me lo he comido, ¿qué si no? se agacho con agilidad de cuento de hadas y se armó con la escopeta de Wilson. ¿Qué pasó después? Después… se limpio los restos de intestinos de la cara y le cortó la cabeza a Rebeca. Salió corriendo de la cabaña, se deslizó colina abajo hasta el hotel Wallestein y como no podía ser de otra forma, cumplió su promesa. Ojalá pudierais haber visto la cara de felicidad de Mussy al ver regresar a su hombre antes del amanecer, por que, ya sea en Thirk, en Sunshine o en el jodido infierno, Otto el grandullón, demostró que es un puñetero héroe de los pies a la barriga.

-Duerme tranquila mi muñequita de trapo, yo te voy a cuidar siempre.


ALICIA MISSTERROR Y NANDO EL RECTOR


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17 comentarios:

  1. Me gusto el viaje que se da en la psique de Otto deformando y transformando la realidad porque parecen tener una dimensión mítica, como si estuviera más allá de sí mismo, haciendo real la violencia y la enfermedad, la locura que deberían permanecer en el reino de la la emperatriz Mussy III.

    Saludos.
    Un Abrazo

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  2. Maaaadre mia...Yo no sé como podéis escribir semejantes episodios y no morir en el intento. Queridos, os tengo que volver a felicitar.

    Lo de la tierra de Thirk, bueno eso ha sido como si Tolkien lo hubiera escrito desde el infierno y os lo hubiera enviado por email jaja!, sois dos putos genios! y ésta vez hasta habéis conseguido que echara unas cuantas carcajadas.

    Estupendo final, otro capítulo que se cierra de manera memorable y que, sin duda, permanecerá en las mentes de todos vuestros lectores. Sois unos cracks ;D

    Un beso para los dos.

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  3. Joe King- Has sabido captar exactamente la esencia de esta tercera parte.La tierra de Thirk es precisamente esa locura,esa enfermedad y esa violencia de la que hablas en la mente de uno de los mayores (y mas entrañables) animales de la literatura

    Darkotica-Gracias!!A que ahora ves a Otto de otra manera??? ;)
    Escribir estos episodios por muy agotador que pueda parecer, nos da la energía que necesitamos para entender que tanto Víctor como yo, somos insaciables...

    Un gran beso a los dos!

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  4. me encanta. escribes muy bien. la historia me lleva de los pelos.. fantastica...

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  5. Emanuel- no escribo muy bien, en todo caso escribiMOS muy bien :) Todos los relatos los escribimos mi socio (el conocido como Víctor F. Corven) y yo mano a mano...siempre juntos, no se nos puede separar.

    Muchas gracias por leerlo y muchas gracias por tus palabras!!!Sabes que a mí me encanta lo que has hecho hasta ahora, tan directo, explícito, sensual, tan tuyo...
    Nos vemos en el infierno,querido!

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    1. Gracias, sigamos leyendonos y creando personajes, sigamos incomodando. saludos a Corven, los dos son los encargados de estos viajes tan alucinantes y violentos. realmente me llevan de los pelos...

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  6. Si Missterror, ahora veo a Otto de otra manera, pero la metamorfosis de mis sentimientos hacia el personaje no ha sido rápida. Cuando en su día terminé de leerlo no lo vi ni tan sencillo ni tan claro, por muy enfermo que estuviera, él seguía siendo un monstruo. Han pasado días, días en los que he pensado en el personaje y en su realidad, y he sabido comprender que, aunque parezca imposible, Otto no es un monstruo...

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  7. Darkotica- en realidad Otto es lo que queramos cada uno que sea, yo le he visto de mil modos, le he sentido de mil modos y tengo claro que puede ser el monstruo mas despiadado de Sunshine o un niño grande jugando con su muñeca...

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  8. Estoy a punto de empezar con este relato. Pero quería hacer un hincapié sobre la banda sonora de GULA tal como hicisteis en IRA. Yo pondría la canción de HIM -Gone with the sin por la relación "me cae mal" Otto y la pequeña Mussy.

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  9. Estáis a tomar por el culo jajajajaja me he reido mucho con las andanzas caballerescas del que todavía me cae mal Otto. Peeeeeero esta vez he encontrado algo mal. Su final, demasiado precipitado, por le demás excelente como siempre.

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  10. ¿Que todavía te cae mal Otto? NO tienes corazón my dear Blanch, no lo tienes, y me temo que tendré que castigarte a atravesar las tierras de Thirk tú solito...y soltaremos a todos los ligres...jijiji
    Puede que tengas razón , puede que el final fuera precipitado, pero es que si no Thirk, tenía toda la pinta de terminar por convertirse en la historia interminable!!!

    Ahora ENVIDIA!!!

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  11. Pues sí, y muy mal. Bueno, los ligres seguro que me caerian bien y espero qeu yo a ellos que si no vamos mal....

    Esta semana voy a por Envidia.

    Has probado eso? Te funcionó?

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  12. No haré comentarios al respecto, no los haré ;)

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  13. Hazlos, hazlos, mis plumas lo pueden aguantar todo, Ottos, ligres e incluso Mussys juasjuasjuas

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  14. No pollo, si no van por ahí los tiros. El caso es que yo también lo encunetro algo precipitado, no se, cuando lo leo me entran unas terribles ganas de darle un par de azotes a alguien en el culito... serán cosas mías.

    Saludos.

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  15. Aaaaaaaah, pues ese no seré yo jejejeje.

    Hasta la Envidia compañeros!!!

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  16. Rector quítame el cuchillo de la espalda anda!!! ;) además, creo recordar que el final es tuyo...jijijiji

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