
Abajo, Tony Thorton la observaba con
la desesperación de alguien que siempre quiso algo y nunca lo pudo tener, de
alguien que veía cómo los demás bebían con ansia, mientras él moría
de sed.
Bien sabía Sally, que Tony daría todo
lo que tenía en esta vida por poder tocarla una sola vez como lo había hecho su
hermano Mike miles de ellas. También sabía, que en realidad no la deseaba a
ella, sino todo lo que su hermano conseguía y a él el incansable destino
siempre le negaba.
Sally estaba acostumbrada a oír a
Alice repetir una y mil veces que no hay sentimiento mas profundo que la falta
de ellos, y que no hay pasión mas intensa que el entender que ya estás muerto y
que no hay nada que te pueda hacer daño. Alice decía muchas cosas, demasiadas...
Sally quería a esa mujer mas de lo que nunca había querido a nadie, pero no
podía evitar sentir que había algo más que aquella suciedad que la rodeaba, que
debía intentar salir de allí, que esa vida no le pertenecía y que la estaba
viviendo prestada, de la misma manera que ella prestaba su atención a quien
pudiera hacerle mas soportable el viaje de ser una mujer muerta a sentir que la
vida la abrasaba un alma que se desbordaba por momentos.
Sally caminó hacia la cama como solo
ella sabía hacerlo, se deslizaba lenta pero segura, dejaba que su largo pelo la
cayera por los ojos, ella no necesitaba ver, se guiaba por otros sentidos, que
siempre aparcaban su cuerpo en brazos de demonios hambrientos de ángeles, y
deslizándose entre sus dedos, la duda, la promesa y el control. Las cosas
simplemente ocurrían...
Se sentó suavemente en el borde la
cama, se tumbó sobre Mike, quien esa noche la había amado con una furia
desmedida, y le susurró al oído "bummmm, coge tu pistola cielo, huele a
muerte en la calle". Mike abrió los ojos y la imagen de aquella mujer
apuñaló la penumbra de un sueño inconcluso en el que él no era él y Sunshine no
existía y vio en aquella criatura, la luz que iluminaba todas las luces en una
oscuridad tan impetuosa que tenía su propio latido. Mike la contempló sin decir
nada durante pocos segundos, observaba cómo ella le miraba fijamente al tiempo
que dejaba caer su pelo sobre los hombros del demonio, y lo que fueron segundos
se convirtió en una vida, una vida que ya ni siquiera le pertenecía, una vida
que ella se acababa de ganar (ya no estás muerta pequeña muñeca)
Mike la cogió de la cintura y la
empujó aún más contra él y la besó de tal manera que ella supo que Alice se
equivocaba. No hay sentimiento mas intenso que el saber que tienes el mundo en
tus manos.
-Tu hermano está abajo- dijo ella
separando la lengua de fuego de Mike de sus labios
-Joder!!, ¿qué hace aquí ese
bastardo?- dijo al tiempo que se levantaba rápido de la cama en dirección a la
ventana. Mike mostraba su desnudez y Sally observaba su trofeo
El demonio miró por la ventana, y vio
a su hermano inmóvil, con los hombros caídos y la mirada fija y maldijo a su
madre por haber traído al mundo a la rendición de todas las batallas y no había
sentimiento mas fuerte para él en ese momento, que las ganas de deshacerse de
su propia sangre, y quiso reventar el mundo en mil pedazos y quedarse solo con
uno, con el que en esos momentos tenía a su espalda.
Se puso unos pantalones deprisa y
descalzo se dirigió a la puerta
-¿que vas a hacer? le preguntó Sally
aún desde la cama
-Voy a por ese malnacido, estará
borracho y es capaz de jodernos los planes de mañana, no voy a permitir ni un
solo fallo nena, ni uno solo...esto es demasiado grande
Sally se tumbó en la cama boca arriba
y su sonrisa lo dijo todo, Mike entendió que ella le adoraba, ella supo que
había vuelto a ganar, la oscuridad supo que la luz era una quimera, la luz
simplemente no existió .
Minutos mas tarde, Mike arrastraba a
Tony dentro del apartamento, Sally seguía tumbada en la cama, vestida solo con
una camiseta de tirantes roja y una braga negra y exhibía su piel blanca como
ofrenda a la noche.
-Entra joder!!! ¿qué has venido a
buscar?- preguntaba Mike empujando a su hermano contra el suelo
-Mike...yo...esta noche...
-¿Esta noche ,qué?, ¡termina cabrón! -
le dijo Mike con el puño en alto
-Esta noche me he cargado a dos putas,
lo he hecho Mike, lo siento hermano.
-Por el amor de dios Tony, ¿tenías que
hacerlo esta noche?, no se puede ser mas inútil!!- decía Mike tocándose el pelo
y revolviéndoselo con furia- ¿dónde las has dejado?
-Tranquilo, le pedí a ese vaquero al
que padre confía todos los "encargos" que se deshiciera de ellas.
Mike, mañana quiero ser yo quien acabe con el tío Alex
- ¿El tío Alex ?, ja ja ja, qué pena
me das...te vas quedar aquí hasta que se te pase la borrachera. Ahora voy a tu
apartamento, no voy a dejar ni un cabo suelto esta noche. Sobre las 6:00 veta a
la mansión Chiang.
-Pero Max ya se habrá encargado de las
chicas- decía Tony volviendo a ser "el guapo", volviendo a ser el
hermano pequeño que siempre necesita ayuda
-Te he dicho que no voy a dejar ni un
cabo suelto esta noche, y ese Max a lo mejor es un cabo suelto- sentenció Mike
al tiempo que cogía su teléfono móvil y marcaba con rapidez- "Héctor, vete
ahora mismo a casa de Tony, yo ya estoy saliendo..." tras unos segundos en
los que con toda probabilidad Héctor estaba diciéndole que llegaría en unos
minutos, volvió a decir "no sé, no quiero que esta noche se quede sola, y
menos con esta porquería que tengo aquí, Tony ha venido a casa y viene bastante
borracho. Trae primero a Alice a casa y que esperen aquí todos hasta que se le
pase la borrachera. Luego ya se reunirá con nosotros allí"
Nada mas colgar, se dirigió a la cama
desde la que Sally miraba callada y pensativa.
-Me voy nena, le he dicho a Héctor que
traiga a Alice, quedaros las dos aquí hasta que regresemos, no salgáis esta
noche -Le dijo Mike a la mujer que se disfrazaba de diosa ,pasándole la mano
por uno de sus largos mechones
-¿no te llevas tu hermano?- preguntó
ella
-Esto no es mi hermano, y prefiero que
se quede aquí, conmigo solo sería una carga, que se quede durmiendo la mona.
Luego ya irá a la casa de Alexandre. No te preocupes, Alice llegará pronto
Ella se incorporó y con la lengua le
lamió la frente, luego se la besó con dulzura, se volvió a humedecer los labios
y se dirigió con él a la puerta.
La puerta se cerró, no había cielo, no
había infierno, no había universo, no había espacio ni tiempo, solo existían
Tony y Sally
"Sally, yo..." interrumpió
Tony al silencio.
-Yo… siento mucho haberme presentado
así en medio de la noche, creo que he bebido un poco más de la cuenta, he
tenido algunos problemillas con unas amigas y no sé, creo que se me ha ido todo
un poco de las manos. Supongo que estoy nervioso por lo de esta noche, yo no
soy como mi hermano…
- No, no lo eres- le interrumpió ella-
no lo eres. Tu eres mejor que todo eso, eres mejor que toda esa banda de
asesinos y criminales a la que llamas familia. Tú, Tony- le dijo acercándose
hasta él y ofreciéndole la mano para ayudarlo a incorporarse- eres una buena
persona en el lugar equivocado, y además eres fuerte, muy fuerte. Has sabido
caminar descalzo sobre cristales rotos sin hacerte ni un rasguño, por eso te
admiro tanto, por eso…- Sally se separó de él y le dio la espalda para
acercarse a la ventana y quedarse pensativa mirando a las estrellas… buscando
una salida de aquel infierno al que ella llamaba hogar y que nunca eligió. Pero
la salida no se encontraba entre las estrellas, esas golfas brillantes nunca
tienden la mano de forma gratuita, no, la salida la tenía justo detrás.
Tony, desconcertado por la actitud de
la mujer, permanecía inmóvil detrás suyo, pensativo también, intentando
encontrar en algún oscuro rincón de su ser, algo inteligente que decir, algo
que no sonase a lo que realmente era en aquel momento, un borracho patético que
había perdido la cabeza por la chica de su hermano. Pero no encontró nada, no
encontró palabras con las que impresionar a aquella mujer, pues estas, aun no
se habían inventado. El antifaz de sus ojos perdía su opacidad al tiempo que el
alcohol se iba evaporando de su sangre y con su marcha, regresaba la
conciencia, regresaba la memoria, regresaba la culpa. La visión de aquellas dos
inocentes chicas brutalmente asesinadas con sus propias manos en un momento de
enajenación, en un momento de locura, en un momento de genialidad… no, no se
puede ser genial siempre, ni siquiera los gigantes disponen de tal privilegio.
Ahora solo le quedaba esa zorra llamada culpa restregando su cuerpo desnudo
contra su alma, riéndose de él mientras las lágrimas cruzaban el umbral de sus
ojos, una tormenta de sentimientos reprimidos que le doblegaron las rodillas y
le hicieron postrarse caricaturizado, desnudo y frágil ante aquella belleza que
observaba las estrellas como esperando una señal.
Sally lo escuchó desplomarse sobre el
suelo, le escuchó escupir lágrimas de culpa, escuchó su llanto. Se giro y se
acercó hasta él nuevamente, arrodillándose a su lado y abrazándolo.
- Los monstruos no lloran Tony. Yo
jamás me enamoraría de un monstruo. Tu no eres un monstruo.
Y lo abrazó fuerte, muy fuerte, tan
fuerte, que por un instante, “el guapo” olvidó donde estaba, olvidó el nombre
de aquel pueblo, olvidó como sonaba su apellido y olvidó los rostros rotos de
aquellas dos chicas y de toda la gente que había sufrido por su culpa durante
todos aquellos años. Olvidó su vida, olvidó su mundo y solo quiso vivir en
aquel maldito instante para siempre, permanecer aferrado a aquella mujer
mientras todo lo demás se destruía a su alrededor, porque en aquel instante
supo, que aquello, no tenía nada que ver con su hermano, no tenía nada que ver
con los celos fraternales a los que siempre había vivido encadenado como una
bestia rabiosa. Aquello era auténtico, aquello era lo que siempre había
deseado. No dejaría que nada ni nadie se lo arrebatase, más cuando pudo sentir
como la mujer le miraba de una forma diferente de la que esta, solía mirar a
Mike. Aquella mirada la delató y le convirtió a él, en el ser más poderoso del
universo.
- No podemos Tony… no podemos hacer
esto, imagínate lo que ocurriría si Mike se enterase. Nos mataría a los dos.-
confesó Sally con lágrimas en los ojos y carne trémula.
- No me importa una mierda Mike, dime que
me mirarás así siempre y te prometo que acabaré con él con mis propias manos,
que me mancharé las manos con mi propia sangre… por ti.-
Sally sonrió. Le besó. Se tiró sobre
él y ambos dieron con la espalda en el suelo.
El amor dejó paso a la pasión. Siempre
lo hace. Tony le arranco literalmente la camiseta y le devoró los pechos
mientras ella perdía el color de los ojos. Luego la levantó con fuerza y la
tiró sobre la cama, quitándole las bragas para perder el aliento entre sus
piernas. Ella se ahogaba con el sonido de sus propios gemidos mientras se
agarraba con fuerza a las sábanas. Pudo ver las estrellas sin necesidad de
mirar al firmamento, él se las trajo para acariciarle el cuerpo con ellas.
Llovía en el exterior. Los amantes,
abrazados desnudos sobre la humedecida cama, mientras fuera, la lluvia, moría
sobre la acera. Ni siquiera eran conscientes del tiempo que había transcurrido,
pues éste se detuvo para ellos en cuanto se arrancaron las caretas. Sonó el
timbre. Sally abrió los ojos.
No me hagas esperar mi amor, la lluvia
no le sienta nada bien a mi piel.
A Tanya le gustaba caminar bajo la
lluvia, siempre que había tormenta lo hacía. A Tanya le gustaba desaparecer
cuando, a veces, las cosas se ponían feas. Tanya solo quería aquello que no podía
tener, y aquella noche solo quería cambiar el manto de una protección familiar
que sentía que ya no arropaba lo suficiente, por un atractivo ropaje de
estrellas de brillo ignominioso, que le empujaba de manera irremediable a
fingir ser una persona diferente, una persona que la pobre Tanya al final nunca
podía ser.
Y así, en la confusión de una noche en
la que su progenitores hacían cábalas sobre su futuro y encajaban piezas sin
forma en un puzzle que no tenía resolución posible, Tanya se escapó de la
mansión Chiang, como lo hacía siempre, por la ventana de su habitación. Podía
haberlo hecho por la puertas trasera de
la casa y Alexandre y Asia tampoco se hubieran dado cuenta, pero a ella le
gustaba la teatralidad de tener que saltar por la ventana.
Tanya comenzó a andar. Las calles de
Sunshine se ofrecían sensuales para ella, y esas calles que llevaban a mil
rincones, decidieron que esa noche ella debía ir a encontrarse con un destino
totalmente inesperado y fue así como, caminando a ritmo ligero, Tanya terminó
cerca del solar en que hacía años, la vieja fábrica Atkins daba empleo a medio
Sunshine, y servía como tapadera para el fructífero negocio de polvo blanco de
Joshua Thorton. La fábrica había sido ya demolida hacía unos siete años, y era
el lugar preferido de parejas ansiosas por demostrarse su amor y las ganas que
tenían de vivir a través de la piel del otro, al menos, durante una noche. En
aquel solar, era frecuente ver coches aparcados con los cristales empañados y
jóvenes bebiendo en la parte mas oscura de lo que ellos llamaban "El
laboratorio".
Tanya esa noche necesitaba ir al
"Laboratorio", sentía que lo necesitaba mas que nunca. A veces, cuando
no sabía quien era ni por qué sentía el vacío que le acompañaba a cualquier
parte a la que ella fuera, se dejaba caer por "el laboratorio" y
bebía hasta desplomarse, y dejaba que cualquier paleto se la follara y le
dijera cosas como "nena qué bien sabes", "nena me encanta estar
dentro de ti" o "nena, no te preocupes que yo te aviso". Ella
nunca disfrutó de aquel sexo atropellado, simplemente se dejaba hacer,
intentaba sentir que la vida no era tan despiadada como ella creía, y era
curioso que Tanya pensara así, pues era una de las pocas muchachas que lo
tenían absolutamente todo en Sunshine, pero esa angustia juvenil no le dejaba
respirar. A veces, el destino juega a juegos inciertos con nosotros.
A Tanya le gustaba caminar deprisa, le
gustaba que sus pensamientos corrieran con ella, que no se detuvieran mucho
tiempo en su cabeza. Y Ahora solo pensaba en que quería salir de Sunshine, solo
pensaba en deshacerse de esa sobreprotección que detestaba con todo su ser, y
pensar eso tan deprisa, le hizo desviarse un poco del camino. No importaba, lo
único que quería Tanya, esa preciosidad que intimaba peligrosamente con la
rebeldía, era no quedarse quieta, por lo que siguió caminando y caminando, y
acabó aproximadamente a una milla de distancia de la vieja fábrica Atkins. Se
había adentrado en el bosque, y había llegado aun pequeño llano en el que un
viejo árbol se mostraba insolente ante ella. Algo le impulsó a acercarse a
aquel árbol que ella intuía que tenía muchas historias que contar. De repente
un sobresalto. Un hombre en un hoyo de grandes dimensiones, tierra removida, la
sensación de vidas que se van, el asombro ante lo inesperado, la excitación de
lo prohibido, y un vaquero que la miraba fijamente.
Y ante él, una muñequita frágil que
observaba incrédula. Hasta los ángeles oscuros tienen miedo.
La lluvia caía, el cielo se partía en
dos, el silencio pesaba, el infierno se abría, el timbre sonaba. Todo valía.
Sally le pedía a Tony que le jurase
por su vida que no diría nada a nadie de lo que acababa de ocurrir en la habitación
en la que Mike le abría las puertas al placer cada día, al mismo tiempo que le
abría las piernas. Ni que decir tiene que Tony le hubiera jurado ir a por las
estrellas y traérselas en ese mismo
momento, si ella se lo hubiera pedido. Por supuesto, Sally le hubiera pedido la
que mas brillara, pues tener ese brillo era lo que ella mas quería en este
mundo.
Tony tenía lo que necesitaba tener en
ese instante, y por primera vez, se sentía completo dentro de aquel sueño que aún
le quemaba y del que le hubiera gustado
no despertar jamás, pero el sonido del timbre le despertaba de nuevo.
-Voy a abrir Tony- le dijo Sally
mirándole fijamente a unos ojos transparentes que dejaban ver la levedad de un
alma que se desvanecía por momentos.
Tony no dijo nada, solo la miraba
alejarse hacia la puerta y deseaba que ella nunca dejara de caminar para él, yo
seré tu camino, yo seré la certeza de la promesa, yo seré la llama en el
infierno, yo seré le última luz que quede, yo seré el universo entero, yo seré
lo que me pidas.
La puerta se abría, tras ella, el
dolor. Alice besaba suavemente a Sally en los labios, Alice lo llenaba todo,
Alice lo vaciaba todo, Alice miraba a Tony con ojos de serpiente y Tony aquel
día conoció el mal infinito.
-Me dijo Héctor que el hermano de Mike
estaría aquí. Lo que no se imaginó ese diablo es que la pequeña Sally ya no
necesita la supervisión de los adultos, ¿me equivoco Sally? Hice bien,
entreteniéndome por el camino.
Alice era capaz de ver dentro de
Sally, era capaz de desnudar todos sus sentimientos con solo olerla, y Sally en
ese momento apestaba a culpa y desesperación.
-Alice, voy a salir de esta puta
ciudad, cueste lo que cueste,- le susurró la pantera a la serpiente retirándole
el pelo de la cara
-Tranquila, mi amor, estaré donde
quiera que tú estés. No dejaré que te caigas- respondió la lengua viperina
Ambas mujeres se miraron a los ojos,
esa mirada lo dijo todo, esa mirada cambió el mundo.
-Y bien Tony, ¿qué es lo que quieres
hacer ahora?- Dijo Alice acercándose lentamente al pequeño de los Thorton
Y ya no existía la verdad, y todas las
estrellas del firmamento cayeron con aquella pregunta y con sus puntas hicieron
mil cortes en la voluntad de Tony.
Max levantó la mirada hacia arriba y
descubrió atónito a la adolescente, observándole con sorpresa pero también con
esa pizquita de curiosidad que viene de fábrica con tan compleja edad. Luego,
tras unos instantes de silencio donde siquiera la vieja madera de roble
contadora de historias, tuvo valor de decir “esta boca es mía”, los ojos de
Tanya dejaron de atender por un instante al vaquero y se centraron en lo que
reposaba a sus pies, dos bultos envueltos en unas mantas viejas de las cuales,
de una de ellas, asomaba un brazo manchado de barro. Fue entonces cuando la curiosidad
se tornó en miedo al descifrar la muchacha todo lo que allí estaba
aconteciendo, pues una chica que viene de donde viene, sabe perfectamente que
este tipo de situaciones no son exclusivas de la ficción, no son únicamente el
reflejo de una mente enferma proyectado en una inmensa pantalla en las afueras
de la ciudad mientras la parejita de turno se mete mano dentro del coche y
restos de palomitas se cuelan entre las comisuras de la tapicería.
Tanya arrancó a correr mientras la
lluvia la fustigaba con fuerza desde la más absoluta indiferencia. Sentimiento
que no compartió Max al percatarse de la revelación a la que había sido
expuesta la chica, que ya no era una adolescente, ahora era un cabo suelto y
los cabos sueltos, deben ser atados antes de que se deslicen por debajo de las
sabanas en una agradable noche de primavera, se te enrollen alrededor del
cuello y te estrangulen. Porque esas cosas pasan. Max lo sabía, siempre lo
supo. Así que se arrastró como pudo y lo más rápido que pudo sobre el barro y trepó
hacía las estrellas no sin antes introducirse la petaca en el bolsillo trasero
de su pantalón tejano, y salió del agujero por mucho que la lluvia se empeñó en
lo contrario. Corrió detrás de la joven con todas sus fuerzas, tuvo que
hacerlo, pues la chica era tan veloz como la gacela que intenta escapar de su
depredador en lo ancho de la sabana cuando cada segundo puede ser el último.
Ambos se adentraron en la espesura del bosque, desgarrando las venas de este
las ropas de la chica, arañando su piel, haciéndose a cada instante un poquito
más avaricioso, más deseoso de poseer aquel cuerpo empapado por la lluvia. A
Tanya, cada vez le resultaba más difícil moverse entre la maleza, entre los
arbustos, entre las miles de ramificaciones que entrelazándose formaban una
mortal tela de araña en la cual la chica iba quedándose más y más atrapada de
forma progresiva mientras el sonido de su acelerada respiración aumentaba en
decibelios a cada paso y no le dejaba escuchar si su perseguidor aun le seguía
el rastro.
No
hables, no te muevas, no respires indefensa muchachita, la luna lo ve todo, el
bosque lo escucha todo, y las criaturas que allí habitan, lo huelen todo.
Huelen el miedo, por que adoran ese olor, ese aroma embriagador que hace
florecer los instintos más oscuros de la creación… no, no hables, no te muevas,
no respires aterrada muchachita, por que tu miedo es como una lengua húmeda que
se desliza sobre un pecho de hombre y le hace estremecer de deseo de tal
manera, que envuelve la cordura con su culpa y la esconde debajo de la cama
mientras deja que ese pedacito de ti saboree cada rincón de su cuerpo, atado a
la cama por las ligaduras de lo prohibido, de lo anhelado, de lo soñado. No
hables, no te muevas, no respires Tanya, el lobo conoce el bosque mucho mejor
que tu, años lleva perdiéndose entre su carne, saboreando cada milímetro de su
áspera piel… no, no respires.
Allí estaba ella, acurrucada bajo unos
arbustos, soñando a disimular su silueta, intentando sujetar con fuerza y con
ambas manos sus emociones, quienes
morían por arrancar a correr y clamar al cielo en busca de ayuda, morían por
desnudarse y mostrarle su belleza al mundo, morían por dejar que la lengua
también recorriese su cuerpo. Sujétalas
fuerte niña, no dejes que el lobo las encuentre, porque si lo hace, también te
encontrará a ti.
Había dejado de llover y del extraño
no había ni rastro. El corazón de Tanya parecía recuperar la cordura, recuperar
el pulso de su cuerpo. Ella, al mismo tiempo, recuperaba el control de sus
miedos, les ponía la correa en el cuello y los sujetaba con firmeza,
demostrándoles quien era el dueño. Se levantó y anduvo unos minutos hacia
cualquier parte, lo único que quería era alejarse lo más posible de aquel lugar
y olvidar todo lo que había visto. Todo lo que había sentido. Pero nunca es
fácil, ni una cosa ni la otra.
Cuando desgarrando las entrañas del
bosque, consiguió vislumbrar algo de luz, corrió hacia ella al igual que una
polilla se acerca peligrosamente a una bombilla ardiente. Y cuando pudo
sentirla, cuando prácticamente pudo acariciarla con la yema de sus dedos,
cuando por una ínfima porción de tiempo pudo sentir que lo tenía todo, lo que
sintió fue la presión de una mano sobre su brazo. Al girarse, el lobo mostraba
sus fauces para pegarle un fuerte puñetazo en la cara.
Max cargó a la muchacha sobre sus
hombros, no pesaría más de 45 o 50 kg. Y regresó raudo a la escena del crimen,
no le gustaba hacer esperar a las señoritas más de la cuenta, y aquellas dos
gatitas húmedas, ya hacía mucho que esperaban ser cubiertas. Sitio para una
tercera lo había. El vaquero contempló a la chica tal y como esta había hecho
con él minutos antes. Su juventud no estaba reñida con su belleza, Max se la
habría follado sin contemplaciones en cualquier otro momento, pero la noche estaba
siendo muy larga y aquella faena ya se estaba alargando más de la cuenta.
Podría haberla matado, podría haberla enterrado en el hoyo junto a aquellas dos
zorras, podría… pero no lo hizo. A veces uno no hace cosas que debería hacer y
no sabe muy bien porque, esta fue una de esas veces.
Al terminar el encargo, metió a la
chica aun inconsciente en el coche y abandonó aquel improvisado sepulcro.
Supongo que fue el tambaleo del mismo, el ruido del motor o el olor a gasolina,
que sé yo, pero la chica recobró el conocimiento justo cuando el vehículo se
acomodó sobre el asfalto y se postró ante la luna. Tanya, con la barbilla
ensangrentada y el labio roto, miro a Max, quien conducía sin mediar palabra.
Lo hizo al ver que esta recuperaba el conocimiento.
- Ni se te ocurra hacer nada raro,
culito.- Le dijo sin siquiera mirarla. Tanya se extrañó, se extrañó por que
lejos de sentir miedo, las palabras del vaquero, de alguna manera, la reconfortaron.
- ¿Qué me has llamado, perro?-
contestó ella con media sonrisa ensangrentada y mirándole como si le estuviese
perdonando la vida.
Max si la miró ahora. Puso especial
énfasis en recalcar lo de “culito”. – Las cosas como son, guapa. Eres una
niñata de mierda en el lugar equivocado en el momento equivocado que, posiblemente,
va a morir en los próximos minutos, pero, tienes un culo de vicio, por eso,
para mi, siempre serás “culito”.-
Tendríais que haber visto como
brillaba la sonrisa de Tanya, Max podría haber apagado los faros del coche y
seguir la carretera con el brillo de aquella sonrisa. El vaquero se había
ganado a la chica para siempre y la chica, sin saberlo, acababa de acariciar la
bombilla más ardiente y no se había quemado.
Ahora, la noche, ya no parecía tan
vieja, pero esa, es otra historia.
Tony permanecía inmóvil, por segunda
vez aquella noche, Tony no se movía, Tony solo podía seguir observando a las
dos mujeres, nada más.
Sally y Alice parecían mover lo hilos
del mundo con sus manos. Una era suave y delicada, la otra salvaje e
impredecible. Y Tony en medio, con sus hilos cortados, inmóvil.
Alice se acercaba mucho a Tony y
sonreía como una reina sin trono, que sabe que aún así nadie podría quitarle
nunca la corona. Tony inmóvil.
Sally miraba desde un segundo plano
que nunca le perteneció, y fingió estar cómoda con esa situación, cuando en el
fondo, en lo mas sucio y profundo de su ser, sentía que su adorada Alice era el
mayor enemigo a combatir, porque Alice conseguía todo lo que se proponía, y
cuando una persona puede tenerlo todo en este mundo, lo único que quiere es
destruir precisamente ese mundo para volver a reconstruirlo a su imagen y
semejanza. Sally conocía demasiado bien a Alice como para saber que su
reconstrucción estaría cimentada sobre odio y dolor, y la que decía que era su
amor, aquella que siempre la llamaba princesa, no temblaría si tenía que abrir
el infierno para que se tragara su pequeño cuerpo y lo vomitara luego
totalmente despedazado. Pero era inevitable que siempre que estaba Alice
presente, la dulce Sally no pudiera dejar de mirarla... "ojalá yo hubiera
nacido en su piel" pensaba la gatita, "ojalá tuviera yo eso que tiene
Alice, ojalá pudiera saber qué es, porque si lo supiera, ni el mismísimo
Demonio podría evitar que lo utilizara para salir de Sunshine y no volver nunca
jamás" se repetía a menudo, y maldecía a Alice por desperdiciar su
vida en aquel agujero. Lo que no sabía
Sally, era que, precisamente, a Alice, la vida se la daba aquel lugar.
Y así, en aquel triángulo improvisado,
la calma presagiaba la guerra, y Tony seguía inmóvil.
-¿No dices nada, guapo? Pide un deseo,
esta noche hay demasiadas estrellas y te puedo acercar a una de ellas para que
siempre recuerdes mi nombre- dijo Alice
Era increíble cómo Alice se adueñaba
de lo que no le pertenecía. Era increíble su necesidad de girar en el centro
del universo y ponerlo a un lado para pasar ella primero. Era increíble que el
mal tuviera un rostro tan angelical. Era increíble que aún nadie hubiera matado
mil veces ya a Alice. Era increíble lo increíble que resultaba todo a través de
sus ojos, y en esa incredulidad, Alice cada vez se hacía mas fuerte.
Sally comenzaba a entender que lo que
Alice quería era bloquearle todas las salidas de aquel infierno. Ahora o
nunca Sally, la piedad no existe, no en tu mundo.
-Tony, dime lo que quieres, dímelo y
lo tendrás- dijo con firmeza la pequeña Sally.
Alice la fulminó con la mirada
"¿cómo se atreve?" pensó buscando la complicidad del mal eterno,
aquel que residía en ella, aquel que la alimentaba de forma obsesiva en ese
nido de serpientes.
Y
así el cielo que estaba sobre ellos, escupió con más violencia y podría
haber cubierto el mundo entero con aquella lluvia de Envidia.
Sin duda, Sally le echaba un pulso a
Alice, y un pulso entre zorras siempre termina en un empate desgastado, un
empate que conduce a la tragedia.
Tony, el hombre con menos vida en todo
Sunshine en aquel momento, dudó, la serpiente era armoniosa y cuando envolvía,
apretaba con tanta fuerza que era imposible deshacerse de su poderosa
atracción, pero Sally era su Sally, Sally lo era todo, era el universo entero.
Él creía que Sally significaba la libertad en aquella cuidad. Qué equivocado
estaba Tony...
Solo un susurro, solo un susurro en
medio de una tormenta que no permitía escuchar otra cosas que no fueran los
temibles truenos con los que el mismo Satán reía a carcajadas. Tony fue capaz
de escuchar ese susurro y dijo:
-¿Qué pasa Sally, necesitas niñera?
Anda, dile a esta zorra que se vaya por donde ha venido.
Y en ese momento, Alice se clavó las
uñas mordidas con su boca de loba en el pecho, y con el esmalte rojo agrietado,
se tocó el corazón, y el rojo de sus uñas y su sangre se fundieron en un charco
de dolor y rabia, y cuando sacó las manos de su pecho, se dio cuenta de que
ella no tenía corazón, que solo tenía un agujero que necesitaba rellenar con
otro corazón, con el corazón de su amada Sally, y en esa luz que cegaba y
escocía, supo que por eso la quería, que
por eso la necesitaba, que por eso...
-Me largo Sally, no voy a perder el
tiempo esta noche con un fracasado por muy Thorton que sea. A Mike se lo vas a
tener que explicar tú, princesa. Yo me voy a la eternidad, esta maldita
lluvia...joder!!!!
-Alice, espera, no lo dice en serio-
suplicó Sally caminando tras los pasos de la serpiente hacia la puerta, porque
en ese instante también se dio cuenta de
algo, Sally se dio cuenta de que ella no podría vencer a Alice nunca porque la
quería demasiado. Shhhhhhhhhhhhhhhhhh Sally, mi niña, esta noche ya has
vencido a la serpiente, esta noche, el veneno es tuyo.
Héctor y Mike salían de la casa de
Tony. Max había hecho un buen trabajo, no había huellas de los cadáveres de las
dos putas que Tony aseguraba haberse cargado, y eso ponía de peor humor a Mike,
quien pensaba encontrarse allí con el vaquero que tantos halagos se llevaba por
parte de su padre, y a quien aún, no había conocido.
-¿Tú conoces a ese tal Max, Héctor?-
preguntó Mike subiendo de nuevo a su coche
-Tuvimos una vez unas palabras y se
llevó alguna caricia por mi parte, jejeje- reía el gigantón
-¿Tú crees que es de fiar?
-Aquí no hay nadie de fiar, Mike
-Me refiero a que si es algo
prioritario esta noche, o podemos dejar ese tema para otro día, y centrarnos en
lo que realmente importa-insistía Mike algo contrariado.
-Mike, ese diablo no es nadie. Hagamos
lo que tenemos que hacer de una vez- sentenció Héctor, hablando con mas cordura
que nunca.
Y Mike, sin pensárselo, condujo hacia
la mansión Chiang Carmona.
La noche también conducía, lo hacía de
manera rápida y temeraria. El camino era largo, terminaba en una zona en la que
nunca nadie había entrado antes, terminaba en las entrañas de la mayor
inmundicia de Sunshine, terminaba con todo y todo era una palabra demasiado
grande para ser pronunciada en una noche en la que la misma oscuridad se
escondía por los rincones.
Y cuando el infierno humille al cielo,
ni un solo ángel caído volverá a ser temeroso de dios.
Héctor había aparcado el coche a
escasos quince minutos del caserón de los Chiang, ya dentro de las tierras de
su propiedad, en un pequeño claro de la espesa zona boscosa donde el mafioso
solía practicar uno de sus hobbies predilectos, la caza.
Eran pasadas las cinco de la mañana,
la oscuridad aun se resistía a abandonar la fiesta y retirarse a sus aposentos,
las estrellas a poner fin a su orgía de anhelos, sueños y deseos pedidos que
jamás serán cumplidos, y el plan ideado por los Thorton, preveía irrumpir en la
casa a primera luz del alba para borrar de la faz de la tierra al matrimonio y
su hija, a las seis en punto para ser exactos. Hora en la que habían quedado en
reunirse con Tony en aquel mismo lugar, una zona bien conocida por los
hermanos, pues allí mataron muchas horas de su infancia y otras tantas de su
adolescencia, cuando Thortons y Chiangs eran una misma cosa. Pero de eso hace
mucho tiempo.
Era curioso el hecho de que la
propiedad privada de los Chiang apenas tuviera seguridad, según los informes
que Joshua había entregado a sus hijos aquella misma tarde, un par de hombres
en los alrededores de la casa y los perros del patriarca. En realidad, ¿Quién
se atrevería a meter sus narices en un lugar como aquel?¿Quién se atrevería a
desafiar a la segunda familia más peligrosa e influyente de Sunshine? La
respuesta era evidente, nadie, y para eso no hacían falta hombres o pistolas,
el miedo, simplemente el miedo, ese era el monstruo invisible que velaba por la
seguridad de la familia. Siempre lo había hecho. Al fin y al cabo, los Thorton
eran la única amenaza potencial para los Chiang en Sunshine y alrededores, y
la tregua que reinaba entre los dos bandos
desde hace años, era suficiente garantía para el Sr. Carmona, quien pese al
distanciamiento y las viejas rencillas, seguía confiando ciegamente en su viejo
socio y amigo. El resto de vainas vacías que jugaban a vivir en Sunshine, eran
simples peleles inofensivos puestos allí para ellos. Para adorarlos, para
respetarlos, para temerlos.
Faltaba una hora para el asalto, pero
en el interior del vehículo, en medio de aquella inmensa y acogedora brillante
oscuridad, Mike mantenía una lucha encarnizada con sus propios demonios
personales mientras Héctor, a su lado, dormía plácidamente mientras soñaba con
las perversiones a las cuales sometía a su hembra cada noche allá en la jaula
de cristal. Esos demonios tenían un nombre en común, todos ellos, Tony. Tenían
ojos, los suyos, aferrándose a la carne de Sally, desnudándola con cada mirada
y es que a Mike, desconfiado por naturaleza, y dotado de mucha más inteligencia
de la que algunos incautos le atribuían, no se le había pasado por alto ese
hecho, ese olor a deseo al que apestaba su hermano siempre que ella estaba
cerca… y ella, con esas miradas de complicidad… Se preguntaba si Sally podría
llegar a fijarse realmente en alguien como él, un perdedor a su juicio, sí,
pero también un seductor nato con las mujeres. Detalle que sin duda no de podía
pasar por alto, no esta vez.
No juegues conmigo Sally, porque si no
eres mía, no serás de nadie.
Y los demonios viajaban en coche,
todos, y tenían un nombre, Tony. La carretera era suya, la noche era suya, el
mundo se postraba rendido a sus pies ahora que había conseguido aquello que
siempre había querido, que no era otra cosa, que la mujer más fascinante que
había pisado la tierra y de paso, arrebatarle a su hermano lo que era suyo.
Tanta satisfacción había liberado al pequeño de los Thorton del peso de la
culpa, al fin y al cabo, ¿quién iba a echar de menos a aquellas dos golfas en
Sunshine? Él desde luego que no. No ahora que creía tenerlo todo, no ahora que
se creía más fuerte que nadie, conduciendo sin miedo hacia un incierto destino…
destino, ¿a quién diablos le importa el destino cuando el deseo te ha prometido
su carne y su alma para siempre. Y para siempre, es mucho tiempo.
Pero todo tiene un precio, ganarse los
sueños, uno muy elevado. Sally, quien ya manejaba a su antojo los hilos del
“guapo” cual marioneta ciega, una vez embrujado este, con el hechizo de sus
mentiras, con el olor de su piel, con el sabor de su boca, con el sonido de su
voz, le había dejado muy claro a su enamorado, cual era el peaje a pagar para
que ellos dos pudieran estar juntos y escapar así de aquel maldito vampiro
llamado Sunshine que se alimentaba de su sangre cada noche. Mike debía morir.
Porque Mike jamás la dejaría marchar.
Con los primeros atisbos de luz, el
coche de Tony aparcó junto al vehículo de sus socios. Del interior, salieron
Mike y Héctor. El primero serio, mirando a su hermano a los ojos, el segundo
envuelto en bostezos, sin el menor síntoma de preocupación. Mike y Tony no
mediaron palabra, se acercaron a la parte trasera del coche y abrieron el
maletero. Cada uno de ellos se armó con una escopeta.
- Ha llegado el momento de que en esta
ciudad solo se pronuncie con miedo un apellido, ha llegado la hora de cumplir
la voluntad de padre- dijo Mike mientras cargaba su arma con brusquedad ante la
atenta mirada de Héctor que se llenaba los bolsillos con cartuchos.
Los tres: la desconfianza, la lealtad
y la traición, comenzaron la marcha a pie hacia la casa.
Dime lo que quiero oír, haz lo que
quiero que hagas, mi obediente muñequito de madera y quizás así, puedas ganarme
para siempre.
Las escopetas cargadas y el odio, que
se condensaba cada vez más en un corazón que se volvía negro por segundos,
competían en oscuridad y riesgo. Ya poco había que perder.
Mike miraba fijamente a su hermano y
Tony sonreía mientras intentaba portar con convicción un arma que no estaba
hecha para su cuerpo, para su rostro de facciones suaves, para la transparencia
de unos ojos que cantaban mil canciones que quemaban como la mas grande de las
llamas.
Mike ya era perro viejo. Mike conocía
bien a su hermano, conocía el brillo de sus ojos cuando conseguía lo que se
proponía. A menudo le brillaban de una manera parecida cuando padre le daba
palmaditas en la espalda por lo bien organizada que tenía la logística y la
administración de varias de sus empresas. Pero esta vez, el brillo era tan
cegador como un rayo que cae en mitad de la noche e ilumina el cielo y la
tierra convirtiéndolo en una sola cosa. No cabía duda, Tony había conseguido lo
que mas anhelaba.
Por otra parte, Mike también conocía
bien a la pequeña Sally, la conocía ya muuuy bien, aquella zorra era un puto
libro abierto ante sus ojos, y sabía que ella no era de fiar, sabía que ella
nunca daba pasos en falso, sabía que ella necesitaba escapar de sí misma y de
los demás, y sabía que lo conseguiría a cualquier precio. Sin embargo, cada vez
que ella le decía algo, él se sentía la persona mas especial del mundo, y
habían sido tan pocas las veces en las que Mike Thorton había sido especial
para alguien, que Sally le había vuelto completamente loco.
Durante unas segundos, justo los
segundos antes de empezar a caminar hacia la puerta de la mansión, aquellas
tres cabezas daban vueltas a unos pensamientos que volaban a mas de mil
revoluciones por segundo.
Héctor pensaba en su pequeña y
venenosa serpiente. Siempre le dedicaba el último pensamiento antes de cobrarse
la vida de algún desgraciado. Sabía que en ese instante, ella sentía la
presencia y la fuerza desmedida de la muerte a sus pies, y siempre sabía cómo
recompensárselo en la oscuridad de su habitación tal y como a él le gustaba
cuando regresaba de trabajar. Razón de más para pensar en ella aquella noche,
en la que los muertos llevaban un nombre tan insigne.
Tony solo pensaba en Sally y en las últimas
palabras que esta le había dedicado antes de subir al coche que le llevaría al
delirio del destino. Ella le había dicho: " Si quieres que estamos juntos
para toda la eternidad, debemos salir de Sunshine, si me quieres tanto debes
hacer que yo sea libre, y para que yo sea libre, Mike tiene que desaparecer.
Sácame de aquí Tony, te lo suplico".
Mike solo pensaba en que esta vez Tony
no se llevaría lo que a él le pertenecía por derecho, lo que a él le había
costado tanto ganarse, pues Sally no había sido nada fácil, y todo lo que Mike
se ganaba con esfuerzo, lo conservaba hasta que él decidía que ya no le era
útil, aunque Mike solía darle mucha utilidad a las cosas mas inútiles...Lo que
era claro como el agua, era que nunca se dejaba que le quitaran nada, no al
menos sin pelear a muerte.
Los tres señores de la devastación,
comenzaron a caminar. El orgullo en sus cabezas. Orgullo y la lealtad en una,
orgullo y traición en otra, orgullo y desconfianza en la tercera.
Los tres hombres sabían que debían ser
sigilosos a la hora de entrar, pues fuera de la mansión no había mayor
preocupación ,solo dos hombres, pero dentro del caserón ignoraban si la edad
del viejo Chiang le había hecho ser mas cauteloso a la hora de cubrirse bien
las espaldas y cubrir bien el culito de sus mujeres, así que lo último que
necesitaban es que el viejo tío Alexandre soltara a sus perros, y que sus
perros llevaran magnums con balas suficientes en la recámara como para
cargárselos sin tan siquiera darles tiempo a parpadear antes de expiar sus
pecados, así que el silencio se hizo una sola persona, y aquellos tres
portadores de sangre se convirtieron en la trinidad de Sunshine, y solo esa
persona silenciosa, que en realidad eran tres, entró en la mansión para poner
punto y final a una guerra afónica que ya duraba muchos años.
Padre ya no tendría que perder ni un
solo segundo mas de sueño especulando con lo que, el que un día fue su socio y
mejor amigo, conseguía a sus espaldas.
Y los pensamientos seguían
desbordándolo todo...
Héctor pensaba que aquello iba a ser
mas fácil de lo que en principio había creído.
Mike pensaba que esa noche dispararía
dos cartuchos determinantes para él. Uno que le haría el mas grande entre los
grandes a los ojos de su padre y de la puta ciudad en la que vivía, y el otro,
el que haría desaparecer años y años de rencor hacia su hermano. Ese segundo
cartucho, rompería las pesadas cadenas que arrastraba y que cada vez lastraban
más. Ese segundo cartucho le haría libre, y en una cuidad en la que nadie es
libre, conseguir la libertad significaba ser la persona mas poderosa de aquel
agujero, mas incluso que su padre.
Y los demonios que tenía cosidos a su
alma, desaparecían tan rápido que le desgarraban totalmente, pero en esos
desgarros es donde él era capaz de encontrar la calma que nunca había conocido.
Tony también pensaba que en esa noche,
él dispararía dos balas: una en la cabeza de su tío Alex, que demostraría que
él no era un perro cobarde y que no había nadie como él para cumplir con los
deseos de su padre. La otra bala, se la reservaba para el corazón de su
hermano, y así Sally sería solo suya, y Sunshine ya no sería mas que un
recuerdo vacío en medio de una oscuridad rota. Él debía combatir el fuego con
fuego, porque todo el mundo quiere romper la oscuridad...lo difícil es
encontrar el medio.
La primera parada la hicieron en la
habitación de Tanya, debía ser la primera víctima. A Mike le gustaba ir de
menos a más. Y así podrían dejar a Héctor entretenido un rato con la muchacha.
La mansión Chiang seguía igual a como
los hermanos Thorton la recordaban y no fue difícil llegar hasta la habitación
que siempre le había pertenecido a la prima Tanya.
La sorpresa, ante la excitación de la
situación, se tornó en pocos segundos en decepción al ver que la habitación de
Tanya estaba vacía, y que la ventana abierta significaba que había otro cabo
suelto por la cuidad.
Mientras tanto, los cabos sueltos,
terminaban por atarse solos. Max aparcaba el coche en la oscuridad y salía del
coche para aspirar profundamente todo la negrura de la noche, Tanya seguía
dentro y con la mirada le suplicaba a Max que sucediera lo que sucediera, no la
tratara como a una niña, que la arrancara de cuajo la angustia que llevaba
dentro, esa angustia que la estaba matando lentamente. Quizá, y solo quizá, el
vaquero fuera más rápido a la hora de darle muerte.
Sally, no quería seguir esperando en
casa, estaba harta de esperar, las espera es para quien sabe que va a morir,
Sally en ese momento se sentía inmortal, Sally necesitaba respirar, y Sally
tenía los pulmones encharcados en miedo.
Sally se dirigió a la Eternidad. Esa
noche necesitaba estar en brazos de la única persona que le hacía sentir calma
en aquella ciudad, aunque esa calma estuviera rodeada de veneno, aunque esa
calma tuviera forma de serpiente.
Tony se acercó a la ventana y tras
echar un rápido vistazo en el exterior para asegurarse de que la chica no
andaba aun por allí, la cerró con delicadeza, lo cual sin duda no gustó a la
brisa que hasta aquel momento jugueteaba a entrar y salir. El pequeño de los
Thorton se giró hacia sus compañeros y extrañó el rostro. Estos se miraron
entre ellos. Mike serio, Héctor arrugó los hombros. Salieron de la habitación
de las hormonas del infierno, la cual, por su decoración (que poco tenía que
ver con la del resto de la mansión), daba buena fe de dicha afirmación, de que
aquello era el infierno, al menos, una pequeña réplica a escala donde la
pequeña Tanya, no ya tan pequeña, flirteaba
con el lado más oscuro de la creación. Simbología satánica, posters de
bandas de rock y toda clase de souvenirs del más allá, convivían en aquella
habitación y componían el universo particular de la muchacha, de la cual, una
fotografía encima de la cómoda, ilustraba cuanto había crecido desde la última
vez que "el guapo" la había visto. Al verla, no le hubiese importado
tumbarla sobre sus piernas con el culo hacia arriba, bajarle los pantalones y
darle un buen puñado de azotes en su prieto culo desnudo para quitarle toda
aquella basura ocultista de la cabeza. Tampoco le habría importado follársela
luego, para que nos vamos a engañar.
Tony era incorregible, mientras sus
dos socios ya se habían marchado de la escena, él seguía husmeando entre las
cosas de Tanya, tocándolo todo, como un niño en una juguetería y es que el
hecho de que Tony no era un profesional, quedaba muy patente en momentos como
aquel. Ni siquiera pudo resistirse a abrir un cajón de la cómoda, el de la ropa
íntima de la chica y coger una de sus braguitas, unas rojo intenso, como el
vino. Lencería fina, no eran la clase de bragas que todo el mundo podía
permitirse en Sunshine. Se la imaginó con ellas puestas y tras asegurarse de
que estaba solo en la habitación, se las acercó hasta la cara y aspiró con
fuerza, sin duda, no eran limpias. Dos, tres segundos, que sé yo, el caso es
que debió de gustarle mucho, porque acto seguido se las guardó en el bolsillo
interior de su americana.
Mientras tanto, Mike y Héctor se
postraban ya frente a la puerta cerrada del dormitorio de los Chiang. Atónitos,
petrificados como estatuas de plomo que se hunden a peso en el estanque de lo
inesperado, pues de debajo de la puerta, se deslizaba hacia ellos un tímido
charco de sangre que les perdía el respeto a cada segundo, a cada milímetro de
suelo que era teñido con rojo intenso. No fue hasta que el líquido entró en
contacto con el descomunal zapato de Héctor, que reaccionaron los dos hombres.
Mike, le hizo un gesto a la lealtad y esta, agarró el pomo con fuerza y lo giró
con firmeza para abrir la puerta y adentrarse ambos en los dominios de los
desconocido. Andando los dos entre una muchedumbre espectante mientras estos,
recorrían la moqueta de sangre que llevaba hasta lo alto de la tarima, la cual
conducía al trono de la sinrazón. Trono en forma de cama encharcada de
hemogoblina, sobre esta, reposaban dos cuerpos violentamente mutilados,
rajados, destrozados, acuchillados. Ni una, ni dos, ni tres... cientos de embestidas
a manos de una hoja afilada como la vergüenza y punzante como el llanto de un
bebé a medianoche. Héctor y Mike se acercaron lentamente, tanto que pudieron
oler el sufrimiento por el que sin duda habían pasado aquellos dos receptáculos vacíos cuando les
fue sustraída la vida. No había duda, eran Chiang Carmona y su mujer.
Tony fue el último en entrar en la
escena del crimen, aún empalmado por el aroma de la quinceañera, "el
guapo" apartó a sus dos compañeros para poder degustar aquella obra de
arte desde el mejor de los asientos.
- ¿Qué diablos ha pasado aquí Mike?-
le preguntó a su hermano sin poder dejar de mirar aquel bizarro espectáculo.
- Pues me parece que alguien se nos ha
adelantado hermanito, alguien jodidamente bueno, por cierto.
- Y jodidamente cabrón- su sumó Héctor
al diálogo fraternal.
- Tenemos que informar a padre de
esto, regresemos al coche de inmediato- ordenó Mike.
Fue entonces, liberados ya de la
tensión, cuando al bajar las escaleras y atravesar el salón, encontraron el
rastro de muerte dejado por el misterioso asesino. Dos de los hombres de
Carmona yacían muertos sobre la moqueta. El primero degollado como un cerdo con
la garganta abierta en canal. El segundo mostraba sus intestinos sin pudor. No
había signos de disparos, no había casquillos y las armas de los matones
seguían enfundadas. Fuese quien fuese quien había hecho aquello, lo había hecho
rápido y limpio. Bueno, rápido al menos.
Fue entonces cuando Tony dejó la
escopeta sobre el sofá y se sirvió un vaso de ron ante la atónita mirada de su
hermano. -¿Que coño estás haciendo?- le preguntó este mientras la ira le
moldeaba la mueca.
- Relájate hermano, solo quiero echar
un trago. Tanta emoción me ha dejado la garganta seca, por no hablar de lo
áspera que tengo la lengua después de haberle estado comiendo el coño a la
pequeña Sally durante horas. Déjame que me empape con un poco de ron-
Mike quedó perplejo ante tal
revelación. ¿Como se atrevía aquel gusano insignificante a reconocerle aquello
en la cara? Con aquella serenidad además, con aquel temple, con aquel jodido
vaso en su mano y aquel dulzón ron deslizándose por su garganta. Héctor tampoco
podía dar crédito a la situación y observaba la escena espectante, con el dedo
que acariciaba el gatillo, más tenso de lo que lo había estado en años, pues la
mirada de Mike tenía una palabra tatuada en la retina: muerte. El mayor de los
Thorton, intentó disimular su sorpresa con una sonrisa sarcástica. -¿Que coño
estás diciendo hermano? ¿No querrás que me crea semejante gilipollez?- le
disparó a la sien.
Tony dejo el vaso sobre la mesa de
cristal del mueble bar y se metio la mano en el bolsillo de su caro pantalón.
Mike y Héctor le apuntaron con sus armas. -Tranquilos- dijo este, solo quiero
enseñarte una cosa, hermanito. Sacó su teléfono móvil y le dio al play de una
grabación. Luego lo tiró sobre el sofá con el volumen en alto. Los gemidos de
placer de Sally envolvieron el alma de Mike con su sonido y se la arrancaron de
cuajo para luego devorarla mientras en el video, Tony hacía lo propio con la
mujer, devorarla. Mike agarró el teléfono, quiso ver aquello con sus propios
ojos, quiso entender porque su gatita tenía la cabeza de su hermano entre las
piernas. Pero aquello no fue lo único, había más balas en el cargador de Tony y
es que Sally no se contentó con gritar, quiso poner la rúbrica a su gran
interpretación con una envenenada afirmación: "Ya era hora de que alguien
me demostrase la hombría de los Thorton".
Tras oír esto, Mike cayó arrodillado
sobre el barro, con la mirada perdida en ninguna parte, sin fuerzas siquiera de
sujetar la escopeta. -Reacciona Mike- le imploró Héctor sin dejar de apuntar a "el
guapo". ¿Que quieres que haga?¿Me cargo a este cabrón? ¿Me cargo a este
cabrón?- insistió.
Pero "el guapo", más hábil
con las armas de lo que muchos hubiesen esperado, sacó una pistola de ninguna
parte y disparó a Héctor, el impacto, directo al hombro del grandullón, lo tiró
hacia atrás, golpeándose la cabeza contra uno de los carísimos muebles que
adornaban el salón de los Chiang. Mike intentó recuperar su arma y devolver el
disparo, pero no fue lo suficientemente rápido. Tony ya había disparado la
primera de sus balas. Esta, le reventó la oreja. La segunda, le impactó en el
estómago. Imaginad la estampa. Mike el grande, el hijo mas fuerte y salvaje de
los Thorton, postrado agonizante ante el pequeño e insignificante Tony, ahora,
erguido en gigante.
- ¿Vas a matarme hermanito?- preguntó
Mike mientras intentaba taponar el agujero de su estómago con sus propias
manos.
- ¿Matarte? claro que no voy a
matarte, ¿que gracia tendría eso? No quiero tu sangre hermano, quiero tu
ENVIDIA, eso es lo que quiero. Quiero el respeto de padre, quiero el amor de
Sally, lo quiero TODO.
-Dispara ahora que puedes maldito hijo
de perra, porque sino, juro que te encontraré allá donde vayas y que te pegaré
fuego para ver como arde esa bonita cara tuya, juro que...- una patada de Tony
en la cara de Mike, evitó que este terminase la frase. - !Interpreta esto!
Cállate de una jodida vez, no quiero volver a oír tu asquerosa voz. Púdrete
aquí, en este rincón del infierno mientras yo hago feliz a tu mujercita lejos,
muy lejos. Piensa lo que le voy a estar haciendo cada segundo de tu asquerosa
vida, vive con le decepción de padre sobre tus espaldas, muere en vida Mike,
muere para mi, hermanito.
Diez meses más tarde, en la habitación
de un motel de carretera. Lejos de Sunshine, muy lejos.
Sally, acariciada por el agua templada
de la ducha, desvaneciéndose con ella el olor a sexo de su piel. Ropa bonita,
rosas en el camerino. Muchas rosas.
ALICIA MISSTERROR Y NANDO EL RECTOR

ENVIDIA. Parte II- Cuando la muerte es solo el principio by Alicia Missterror y Nando El Rector is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
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Bien bien otra ración de Sunshine...
ResponderEliminarLa portada de puta madre en serio. La mejor que habéis puesto de momento.
Solo le cambiaría el fondo de repetición negro...
ResponderEliminarMadre del amor hermoso! ésta segunda parte se me ha hecho emocionantísima, en todo momento se ha mantenido una tensión que el ambiente se me hizo casi irrespirable, que nervios, y cuantas cosas quedan en el aire...cuantas cosas quedan por explicar jejeje!. En dos ocasiones me mareé: El momento en el que se juntan la serpiente, la pantera y "el guapo" (palpitante...), y el momento en el que Tony le cuenta a su hermano lo que ha ocurrido en su apartamento (de infarto...).
ResponderEliminarChicos, siempre conseguís sorprenderme gratamente. Mi enhorabuena por esta segunda parte tan tensa y apasionante.
Un saludo!
Blach- la portada es obra de la gran Sigrid Huertas y efectivamente es una maravilla. Ha sabido expresar con imágenes exactamente TODO lo que es Sunshine, todo lo que significa lo que escribimos. Nunca podré agradecérselo lo suficiente, nunca.
ResponderEliminarLo del fondo, en breve...
Darko-Escoges dos momentos cruciales en esta trama, sin duda...ahora solo queda esperara la tercera parte...mientras tanto vete imaginando lo que puede ocurrir, quien sabe??? igual aciertas...
Muchas gracias, como siempre por tus comentarios, esto es lo que hace que la maquinaria nunca pare...
un besazo a los dos!!! ( y ahora, a tocarse!!! auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu)
Con el fondo así muchísimo mejor. Ahora sí tenéis un diseño guapo.
ResponderEliminarBueno después de tocarme mucho acabo de leerlo. Increible ese final. Aunque sois unos cabrones por matar a Sally por lo menos os lo perdono porque todavía va teniendo protagonismo.
Seguid así chicos.
Patatas-sí que ha quedado guapo, sí :)
ResponderEliminarNo sabes lo que me alegra saber que disfrutas tocándote, que has conseguido perdonarnos (aunque sea solo un poquito de nada) por lo de Sally y que te ha gustado esta segunda parte.
Todavía hay cuerda para Sally...
un abrazo y muchas gracias
Felicitaciones! Ustedes acaban de ganar el premio Liebster!! =) Muchas gracias por este bellísimo blog... los quiero mucho!!!
ResponderEliminarLes dejo el link: http://opinologadeterror.blogspot.com.ar/2012/06/mientras-duermes-aka-sleep-tight-2011.html
Muchísimas gracias Opi por ese premio. No te imaginas la ilusión que nos ha hecho, sobre todo porque nos lo hayas dado tú.
ResponderEliminarGracias de nuevo por ser como eres. Ese amor es mutuo, no lo dudes :)
El auténtico valor de los premios, es el de la persona que te los entrega. En este caso, el valor de este, es inmenso.
ResponderEliminarMuchas gracias maestra, es un placer escribir para ti.
Un abrazo.